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El desafío pedagógico y curricular del curso 20-21

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La Fundación Trilema, referente en innovación educativa, explica cómo está preparando la vuelta a las aulas para minimizar el impacto negativo del Covid-19 sobre el aprendizaje y sacar partido educativo a los desafíos que están por llegar. 

Anticipación, identificación de saberes instrumentales imprescindibles, trabajo por proyectos y por ámbitos, personalización y autonomía de aprendizaje, división de grupos, evaluación de diagnóstico previa y educación para la salud son los ejes de intervención para el curso 20-21

La educación lleva dos meses enquistada en el debate epidemiológico y en aspectos los técnicos, tecnológicos y logísticos de una vuelta al cole de bajo contacto, todo ello bajo el manto de indefinición tejido por las administraciones. Pero, a día de hoy, con el curso 19-20 casi terminado, no hay un debate sobre cómo enfocar pedagógica y académicamente el curso 20-21, teniendo en cuenta los déficit de aprendizaje causados por el confinamiento, la acentuación de las diferencias entre los alumnos, la ampliación de la distancia entre los que van mejor y los que van peor, y la incógnita sobre cómo se enfrentarán los niños a las rutinas escolares después de seis meses fuera de las aulas.

Con todo eso, el curso que viene va a llegar, sí o sí. Y los colegios deben estar preparados, no sólo para separar las mesas dos metros o 1,5, sino para una enseñanza y un aprendizaje adaptados a circunstancias hasta ahora desconocidas.

“Hay que cultivar una cultura de la anticipación, ir por delante en la toma de decisiones; no esperar a que las circunstancias las definan porque las circunstancias pueden ir cambiando. Para muchos alumnos la escuela es su tabla de salvación y de oportunidades; hay que estar bien preparados para cuando vuelvan”, señala Martín Varela, subdirector de la Fundación Trilema.

Hablamos con Martín para conocer cómo preparan el curso que viene los colegios de esta fundación dirigida por Carmen Pellicer, referente pedagógico para muchos otros dentro y fuera de España, que además se ha volcado en los dos últimos meses en la formación online en abierto y su participación en múltiples charlas y talleres para ayudar a los colegios a afrontar los efectos del Covid-19 y la transformación educativa que la epidemia ha impuesto al sistema. “Es importante que las decisiones que se tomen estén fundamentadas en unos criterios que encajen con el centro y que puedan adaptarse a los diferentes escenarios posibles”, apunta.

Autonomía del alumnado para poder dividir grupos

“A nosotros no nos preocupa que nos obliguen a un tener un número reducido de alumnos por aula. Sabemos que tendremos que optimizar todos los espacios y separar grupos, y que el profesor dará clase a unos mientras los otros están trabajando en otro espacio de manera autónoma, monitorizados por el mismo profesor, por un auxiliar o, simplemente, solos. Lo que nos importa es fomentar la autonomía de los alumnos para poder hacer eso, y para que cada uno sepa autorregularse y seguir su ruta propia de aprendizaje”.

Ocurre que esa capacidad de autorregulación y de autonomía, esa personalización del aprendizaje y esa flexibilidad para lograrla ya eran pilares del proyecto educativo de Trilema desde hace tiempo, junto con el aprendizaje competencial, el trabajo por proyectos y por ámbitos, la evaluación cualitativa y el liderazgo pedagógico. El Covid-19 les ha pillado preparados para encarar con cierta ventaja los desafíos educativos y organizativos del Covid-19, tanto en una enseñanza presencial como en una previsible enseñanza a distancia por temporadas.

La escuela como unidad mínima de cambio

“Lo que ha ocurrido con el Covid-19 es una ocasión muy propicia para girar el foco a lo que verdaderamente importa en educación y que la Administración lo favorezca; cambiar los acentos; que lo de menos sea el 7,5 o el 7,3; que definamos y trabajemos los aprendizajes verdaderamente útiles para la vida que van a necesitar mis alumnos, y que la evaluación se centre en describir los aprendizajes y su proceso de superación, más que en cuantificarlos”.

Otra cosa que ha puesto sobre la mesa la epidemia de coronavirus es “la escuela como unidad mínima de cambio” en los términos que ya lleva años promoviendo Trilema. Afrontar los desafíos que se han planteado y los que vendrán no está en manos de cada profesor, sino de la escuela como un todo indivisible. La coherencia en la manera de trabajar entre todo el equipo docente se ha revelado imprescindible para impulsar cualquier mínimo cambio significativo.

Personalización y autonomía de aprendizaje

Por el contrario, el aprendizaje del alumnado es, y será, más individualizado y autónomo que nunca. La apelación recurrente en cualquier foro de educación a que “no vale la misma receta para todos” tendrá que llevarse a la práctica de manera indefectible e inaplazable. Máxime si los alumnos tienen que volver a quedarse en casa por nuevos confinamientos.

“Vamos a una escuela más personalizada para que cada alumno pueda crearse su camino, hacer su propio proceso de aprendizaje; en la que el profesor es más un mentor que un dador de conocimiento, y en la que en la tecnología juega un papel clave al servicio de eso”. En Trilema ya estaban en eso y la situación actual no ha hecho sino acelerarlo.

Saberes instrumentales y trabajo por ámbitos

De acuerdo a la anticipación que preconiza esta institución educativa, sus colegios ya están trabajando en la adaptación curricular del curso que viene en cada nivel y en cada materia. Son los propios profesores de cada área los encargados de definir conjuntamente “los saberes verdaderamente instrumentales” que habrá que trabajar. Luego, cada centro lo adaptará a las características de sus alumnos para personalizar el aprendizaje y facilitar su autonomía dentro del mismo.

De ahí que en los colegios de Trilema se le dé tanta importancia –y más aún le van a dar– al desarrollo de la autorregulación y la autonomía de aprendizaje en los niños. Sin ello, no es posible la enseñanza y el aprendizaje personalizados.

Y otro aspecto fundamental será el trabajo por proyectos y, en Secundaria, por ámbitos, de manera que los docentes se organizarán para poder llevar a cabo una enseñanza transversal de las diferentes disciplinas, atendiendo siempre a las competencias imprescindibles definidas en cada una de ellas.

Preparar todo con tiempo suficiente

Los centros de esta fundación dirigida por Carmen Pellicer han adelantado la evaluación final para dedicar el mes de junio a dos prioridades: por un lado, trabajar de manera individualizada con los alumnos que han tenido mayores dificultades para lograr sus aprendizajes y, por otro, preparar el curso que viene de acuerdo a las líneas básicas que ya están trazadas.

Además, los docentes adelantarán sus vacaciones para incorporarse antes, a final de agosto, y preparar bien el inicio del curso de acuerdo a las circunstancias que tengamos en ese momento. “La idea es que no haya que improvisar nada”, apunta Martín Varela.

“El primer mes del curso se dedicará a hacer una evaluación diagnóstica del punto en el que se encuentran los alumnos”, nos cuenta el número 2 de Trilema.

Martín incide, por último, en otro aspecto clave de la educación para el curso que viene y en el que también venían trabajando: el cuidado de la salud, tanto física como emocional. “Son aspectos que van a cobrar una importancia mucho mayor de la que tenían hasta ahora en la escuela”, señala Martín Varela. Para ello han desarrollado el Programa Fluye, junto con Edelvives y Danone, para trabajar los hábitos saludables, el equilibrio emocional y el autocuidado en todos los niveles educativos.

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