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Brecha de género STEM: datos, causas y el papel de la escuela

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La creciente necesidad de profesionales científico-tecnológicos pone el acento en la brecha de género STEM y en la urgencia de captar el interés de las chicas, hasta ahora minoritario

Las científicas y divulgadoras Digna Couso, Marta Macho y Clara Grima señalan factores clave, como los estereotipos forjados desde la infancia, la falta de referentes cotidianos con los que identificarse y la falta de información y orientación profesional

Esta información se estructura en los siguientes bloques. Puedes pinchar en cada epígrafe para ir directamente  a los aspectos que más te interesen:

  1. Introducción y datos
  2. La elección en ESO y Bachillerato
  3. Cuestión de aspiraciones, no de nota
  4. Autopercepción y autoexigencia en la escuela
  5. Los estereotipos
  6. Imagen distorsionada de los científicos
  7. Científicas de carne y hueso
  8. La supuesta brillantez masculina
  9. Tu opinión

Introducción y datos

La preocupación por la pérdida de alumnado en carreras científico-tecnológicas lleva tiempo alimentando informes de consultoras de Recursos Humanos, grandes corporaciones tecnológicas e instituciones internacionales, como la propia Comisión Europea o la OCDE. Incrementar las vocaciones científico-tecnológicas fue uno de los objetivos de la Estrategia 2020 de la UE, pero 2020 se acerca y ese objetivo aún queda lejos.

Los cambios previstos en la economía y en el mercado laboral incrementarán notablemente la demanda de profesionales STEM (Sciences, Technologies, Engineering y Mathematics). La consultora Ranstad cifra en 390.000 los empleos STEM puros que el mercado laboral español creará entre 2017 y 2022.

Sin embargo, En España, el porcentaje de alumnado universitario en carreras STEM pasó del 30% del total en 2009 al 26% en 2016. El descenso se atribuye, en parte, a la caída de la natalidad, razón por la cual las previsiones de futuro inmediato tampoco son muy halagüeñas.

Pero también ocurre que la Ciencia no vende mucho en España, ni cuenta con una financiación que la sitúe socialmente como prioridad. Según la última Encuesta de Percepción Social de la Ciencia realizada por la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología, en 2016, un 13,7% de las mujeres y un 18,5% de los hombres tiene interés por la Ciencia. Sobre ella sigue pesando la losa de «hay que marcharse al extranjero». «La relación coste-beneficio que transmite es muy alta», reconoce Digna Couso, física y doctora en Didáctica de las Ciencias de la Universidad Autónoma de Barcelona.

Todas las llamadas de atención sobre la falta de profesionales cualificados en Ciencia y Tecnología incide en un problema añadido: la falta de mujeres en la parte de las carreras STEM, especialmente en Ingenierías y más aún en Ingeniería Informática, donde las chicas vienen a ser el 9% del alumnado.

Cada vez son más las llamadas institucionales (nacionales e internacionales) a potenciar el interés de las niñas y las adolescentes por las ciencias en general, y por la tecnología y la programación en particular.

Se apela a razones de igualdad (para que las mujeres tengan la misma presencia que los hombres en un sector clave del futuro de nuestra sociedad tecnificada). Pero también pesa una cuestión de número: hay más estudiantes universitarias que universitarios (54% vs 46%) y más chicas que chicos concluyen los estudios de Grado: 58% vs 42%. A la Economía del Conocimiento y de la Tecnología, de la Programación y del Big Data le interesa atraer a las niñas que hoy están en la escuela.

Veamos los datos que ofrece el último informe anual Datos y Cifras del Sistema Universitario Español del Ministerio de Educación, correspondiente al curso 2015-16.

Un simple vistazo sirve para aclarar que la falta de vocaciones femeninas no se da en todas las Ciencias, pero sí en la rama Científico-tecnológica, la de las ingenierías y la Informática, campos en los que se prevé mayor demanda de profesionales.

Estadísticas del Ministerio de Educación.

 

 

Estadísticas del Ministerio de Educación.

En estudios vinculados a Ciencias de la Salud y de la Naturaleza el porcentaje de hombres y mujeres está equilibrado.

Dentro de las Ciencias puras, el reparto equitativo también se da en Matemáticas y Arquitectura, según las cifras de varias universidades consultadas. En cambio, en Física y Química, asociadas al trabajo en laboratorio, el porcentaje de mujeres viene a ser del 35%.

Veamos qué ocurre antes de la Universidad…

La elección en ESO y Bachillerato

Las últimas estadísticas del Ministerio dicen que el 42,2% del alumnado de los bachilleratos de Ciencias son chicas, pero no precisa cifras correspondientes al Bachillerato Tecnológico y al de Ciencias de la Salud.

Encontramos un estudio que sí lo hace, realizado en centros educativos de Cataluña por la consultora Everis. Se titula Factores influyentes en la elección de estudios científicos, tecnológicos y matemáticos.

Según este estudio, durante los cursos 3º y 4º de la ESO un 26% de chicas decantaba su futura elección hacia los estudios tecnológicos (de Bachillerato o de FP), frente a un 40% de los chicos.

Años después, ya en el Bachillerato, sólo un 10% de las alumnas se planteaba seleccionar estudios de Ingeniería o Informática frente a un 41% de los chicos. En cambio, el porcentaje de quienes pensaban estudiar Matemáticas, Física y Química estaba equilibrado (6% chicas y 8% chicos).

Cuestión de aspiraciones, no de nota

La experiencia de los centros consultados es que la mayoría de las chicas de Ciencias elige la opción que orienta a Ciencias de la Salud y la Naturaleza. La presencia de chicas en el Bachillerato Tecnológico es muy minoritaria, pero los profesores consultados aseguran que la elección no tiene que ver con un mayor o menor dominio de las Matemáticas o la Física. “A muchas de ellas les sobran capacidad y notas; trabajan mejor que los chicos, pero no les atrae esa opción”, cuenta Pablo Bustos, profesor de Biología del IES Manuel de Falla de Coslada.

“Las niñas puntúan más en las materias de Ciencias; lo que pasa es que no se ven trabajando en profesiones científicas y tecnológicas; es una cuestión de aspiraciones, no de nota”, precisa Digna Couso, que es directora del Centro de investigación en Educación Científica y Matemática (CRECIM) de la UAB.

Estadísticas del Ministerio de Educación.

En la Cátedra de Cultura Científica de la Universidad del País Vasco, la matemática Marta Macho Stadler, autora del blog Mujeres con Ciencia, también señala que “el mundo de la tecnología no las atrae”. “No es un problema de elegir al final, cuando tienes 15 o 17 años. Es un rechazo que empieza desde pequeñas; se percibe como algo que no tiene que ver con ellas”.

La matemática y divulgadora Clara Grima imparte unas 150 charlas al año, sobre todo en centros educativos, para fomentar la afición por las Matemáticas y la programación. “En Primaria incido en la parte lúdica de las Matemáticas; en Secundaria, me centro en la aplicación de la Informática a la sociedad”, explica.

“Cuando pregunto quién ha pensado trabajar en informática, en desarrollar su propia app o en diseñar su propio vidoejuego, ninguna chica responde”, ilustra. “Para ellas, eso es muy freak. No conocen mujeres informáticas normales y tampoco saben lo que hacen en sus trabajos”.

En el Grado de Ingeniería Informática de la Universidad Politécnica de Cataluña, el porcentaje de chicas era del 8,6% el pasado curso. En la Universidad Oberta de Cataluña, eran el 9,4%.

En la Universidad Politécnica de Madrid, el porcentaje de chicas en Ingeniería Informática ha pasado del 13.3% en el curso pasado al 18,8% en el presente curso, lo cual llama la atención sobre la posibilidad de un cambio de tendencia, señala Javier Soriano, director de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Informáticos de la UPM. No obstante, Soriano pone el acento en una nueva titulación que sí que ha conseguido atraer mayor atención de las jóvenes: el Grado en Matemáticas e Informática tiene un 32% de mujeres. “Cumple todos los estándares establecidos internacionalmente para las titulaciones de Informática”, asegura el director de la Escuela.

“La titulación responde a nuestras expectativas en lo que se refiere a reducir la brecha de género en vocaciones STEM, al demostrarse que esta oferta formativa es más atractiva para las mujeres que otras titulaciones en Informática, aun cuando se obtienen las mismas competencias académicas y profesionales. Y también responde a nuestras expectativas en lo que se refiere a su empleabilidad y acogida por parte de las empresas, que demandan fuertemente este perfil combinado científico-tecnológico de matemáticas e informática”, apunta.

En la Universidad de Sevilla ocurre algo parecido con otra titulación. La matemática y divulgadora Clara Grima es profesora en la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Informática de esa universidad. En el Grado de Ingeniería de Software, sólo el 6% del alumnado es femenino. En cambio, en Ingeniería de la Salud, ellas son la mitad de la clase.

“En Ingeniería de la Salud se da Informática pura y dura, y unas Matemáticas y una Física más complicadas que en Ingeniería de Software”. ¿Por qué la presencia femenina es alta? “El truco está en la palabra salud, sostiene. “Las chicas quieren hacer algo que sirva a la sociedad”.

Respecto al «interés» y las «aspiraciones» de las chicas, cabe citar otro estudio basado en las estudiantes de Ingeniería Industrial de la Universidad Politécnica de Madrid, publicado en la revista Telos por Ana Moreno Romero y Ruth Carrasco Gallego. El porcentaje de chicos que dijo haber elegido esa carrera por sus salidas profesionales fue del 34%, pero sólo el 12% de las chicas adujo tal motivo. La mayoría de ellas estaba ahí por «vocación». Esta diferencia pondría de manifiesto que las mujeres se guían menos que los hombres por las salidas profesionales, el estatus y la remuneración.

Clara Grima hace otro apunte en relación con el interés de las chicas, en este caso, por la programación informática. La matemática recuerda cómo en los comienzos de la programación, allá por los años 70, había muchas mujeres que se dedicaban a ello en EEUU: “En los años 80 la presencia femenina empezó a descender en ese campo profesional y coincidió con la entrada en los hogares de los ordenadores personales, que llegaron a las casas como juguetes enfocados a los chicos”.

Autopercepción y autoexigencia en la escuela

Según una investigación llevada a cabo por la Universitat Oberta de Catalunya y la Universidad Politécnica de Cataluña, financiada por el Ministerio de Economía, Industria y Competitividad, las chicas tienden a infravalorar su competencia en Tecnología y Matemáticas aunque tengan mejores calificaciones que los chicos. En cambio, los chicos acostumbran a sobrevalorar sus competencias en estas mismas materias aunque sus notas sean más bajas que las de las chicas.

La investigación, que hizo un seguimiento a 1.500 alumnos durante seis años, desde los 14 a los 19, concluye que existe una brecha de género en la percepción de competencias en asignaturas de Ciencia, Tecnología y Matemáticas, y lo asocia a una mayor exigencia de la propia sociedad con las mujeres.

Dibujo infantil realizado en un taller del MNCN.

“Ellas creen que no valen», señala Digna Couso. «Desde pequeñas tienen una percepción de autoeficacia más baja en Ciencias y Matemáticas. Los chicos que sacan un 7 en Matemáticas se ven estupendos, pero si una chica saca un 7 en Matemáticas y un 9 en Lengua o en Inglés, entonces piensa que las Mates no se le dan bien”.

Eso empieza a ocurrir en Primaria. «La escuela tiene que aumentar la percepción de autoeficacia de las niñas en esas materias», incide Couso. Si no se mejora, las opciones profesionales de Ciencias van desapareciendo de su cabeza y empiezan a buscar caminos fuera de ella.

“Hay que empoderar a las niñas con la Ciencia y las Matemáticas desde pequeñas porque desde muy temprano empiezan a asociar la actitud de los chicos de exponerse más o de querer llamar la atención con ser más listos”, advierte la matemática Marta Macho.

La doctora en Didáctica de las Ciencias apela a otra cuestión, válida para chicos y chicas. «Todos tenemos en la memoria el típico comentario de un profe de Mates o de Física diciendo antes de la explicación ‘no todos lo vais a pillar a la primera’ o ‘esto sólo lo entenderéis algunos’. Hay que tener cuidado con esas cosas. Tienen que creer que pueden».

Clara Grima remarca que «si se quiere intervenir en Secundaria, que es cuando tienen que elegir, ya es tarde. El problema hay que resolverlo antes”. El llamamiento también se refiere a combatir los estereotipos en los que las chicas empiezan a encasillar pronto las materias, las carreras y las profesiones científicas y tecnológicas.

“Atención a los coles”, coincide la matemática Marta Macho, “Es en los 6 años donde hay que actuar para combatir el estereotipo que aparta a las niñas de la Ciencia”.

Los estereotipos

Las tres investigadoras ponen sobre la mesa las investigaciones anglosajonas que desde los años 80 han estado haciéndose a partir de los dibujos de niños y niñas.

Marta Macho explica muy bien la evolución de los resultados en el blog Mujeres con Ciencia. Según el último estudio, del psicólogo David Miller, de la Universidad de Northwestern:

  • Entre los 5 y los 6 años el porcentaje de hombres y mujeres dibujados es el mismo y es igual entre niños y niñas.
  • A partir de los 7-8, el equilibrio se rompe y empiezan a aparecer más hombres como científicos.
  • A partir de los 14-15 aparece una mujer por cada cuatro hombres.
  • El 58% de las niñas dibujan, de media, a hombres científicos. En el caso de los niños, el porcentaje de hombres dibujados asciente al 96%. Ellos no piensan en mujeres de Ciencia.
  • “La tendencia a dibujar a los científicos con bata blanca y gafas también aumenta con la edad”, dice Mujeres con Ciencia, “lo que sugiere que los estereotipos sobre la actividad científica se adquieren con la edad”.

Dibujo realizado por una niña de 7 años en un taller del MNCN. Los niños debían dibujar a los personajes de una historia: «una persona que trabaja en un laboratorio» y su ayudante, de nombre Caracoles.

En España, la FECYT y el Museo Nacional de Ciencias Naturales han organizado diferentes talleres infantiles en los que se pide a los niños que dibujen a una persona que trabaja en la Ciencia a partir de un cuento que se les cuenta sin géneros definidos. Los resultados están aún por analizar y la muestra es pequeña. Aquí podemos ver algunos dibujos.

Imagen distorsionada de la Ciencia

Dibujo de una niña de 9 años en un taller del MNCN.

Según las expertas consultadas, la Ciencia está tan lastrada por estereotipos instalados desde la infancia, que no es fácil sentirse atraídas por ella.

Digna Couso define el estereotipo de la persona que se dedica a la Ciencia: «Un hombre, que trabaja en un laboratorio con bata blanca, en soledad (no en equipo); es muy listo, brillante; un poco raro, un poco loco, de clase alta y que hace experimentos peligrosos».

«Hay que cambiar los mensajes», dice Couso. «Lo primero, la Ciencia es mucho más que ciencia tecnológica puntera; hay muchos trabajos de Ciencia desconocidos; hay que mejorar la orientación en ese sentido y no debe depender de los orientadores, que bastante trabajo tienen ya y, por otra parte, suelen proceder de Humanidades y Ciencias Sociales».

Más cosas: «La Ciencia es trabajo en equipo». Como decía recientemente el biólogo Andrés Barbosa a un grupo de estudiantes en el Museo Nacional de Ciencias Naturales, “la Ciencia es colaborativa”.

“Y en la Ciencia trabajamos personas normales; no hace falta ser un gigante», apostilla Clara Grima. “Yo soy una científica de andar por casa”, ironiza.

«Claro que hay que trabajar y esforzarse mucho, pero como ocurre con todo lo apasionante en esta vida”, precisa. “Pero ni somos todos unos cerebros fuera de serie ni tenemos que estar todo el día metidos en un laboratorio». En ese sentido, apunta Couso, el término “vocación” que se ha acuñado tal vez haga un flaco favor, pues “transmite la idea de que entregas tu vida a la Ciencia».

Referentes de carne y hueso

Cartel de la exposición Mujeres Nobel.

Cartel de la exposición Mujeres Nobel.

Para vincular a las mujeres a la Ciencia, no ayuda –en opinión de las tres expertas– poner como ejemplo de mujeres científicas a fuera de serie como Marie Curie o Rosalyn Franklin. «Lo que hizo Marie Curie es una heroicidad que no ayuda a cultivar el atractivo sobre la Ciencia”, dice Sonia Rivas-Caballero, comisaria de la exposición Mujeres Nobel, actualmente en el Museo Nacional de Ciencias Naturales.

“Tradicionalmente, la mayoría de los niños quiere ser Superman y les llaman la atención los casos de éxito más llamativos, más sobresalientes”, observa Marta Macho Stadler. “Pero las niñas, ante eso, se achantan; ellas necesitan ver mujeres de carne y hueso, no superwoman”.

La matemática vasca, premiada con la Medalla de Oro de la Real Sociedad Matemática Española por su labor divulgadora, llama a los colegios y a los docentes a llevar a las aulas a ingenieras, informáticas, arquitectas, matemáticas, etc, “normales y corrientes” a que expliquen su trabajo. “Muchos colegios ya lo están haciendo”, asegura.

Las tres científicas subrayan la necesidad de potenciar los referentes de mujeres científicas con los que las niñas puedan identificarse, pero también llaman a mejorar la visibilidad de todas las mujeres que han sido relevantes para la Ciencia en los libros de texto y los recursos didácticos que se emplean en el aula. La práctica totalidad de los referentes con nombres y apellidos que aparecen son masculinos.

El estereotipo de “brillantez” masculina

La literatura científica sobre la brecha de género en Ciencias ha demostrado que “se relaciona Ciencia con brillantez y brillantez con el sexo masculino”, según resume Digna Couso.

La revista Sciencie publicó en 2017 un artículo titulado “Los estereotipos de género sobre las habilidades intelectuales emergen temprano e influyen en los intereses de niños y niñas”. Dice Science que a los 5 años se asocia la categoría really, really smart con la condición de ser adulto, sin distinguir el sexo. Pero a los 6 años ya se producen diferencias:

“A esa edad es menos probable que las niñas piensen que pertenecen a un género cuyos miembros son really, really smart”, señala el estudio. “También a los 6 años, las niñas empiezan a evitar actividades y juegos de los que se dice que son para niños realmente inteligentes”. “Estos hallazgos sugieren que las nociones de brillantez se adquieren muy temprano y tienen efectos inmediatos sobre los intereses de los niños”.

Una web estadounidense llamada RateMyProfessors analizó más de 14 millones de comentarios anónimos de estudiantes sobre sus profesores y descubrió que los alumnos utilizan las palabras «brillante» y «genio» entre dos y tres veces más para describir a sus profesores varones blancos que para describir a profesoras y a docentes negros.

Son sólo algunos de los estudios que se manejan en este ámbito.

Distribución de investigadores del CSIC por sexo. Panel en la exposición ‘Las chicas somos guerreras…’, del MNCN.

 

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