Charo Sádaba, Silvia Leal, Javier Sirvent y David Calle protagonizan una estimulante jornada con numerosas claves sobre la escuela que necesitan los niños de hoy para tomar parte en la sociedad de mañana
Fueron tantas las lecciones sobre el impacto de la tecnología en las futuras generaciones que es difícil decidir por dónde empezar. Charo Sádaba, Silvia Leal y Javier Sirvent fueron tres torrentes de información, reflexión, inspiración y movilización que combinaron perfectamente sus líneas de discurso y anclaron con ellas la misión principal de los educadores: ser agentes de cambio, y serlo más pronto que tarde.
Sirvent expuso el futuro arrollador que nos espera. Sádaba nos puso en el lugar de los niños y jóvenes que han nacido rodeados de tecnología: ellos no tienen un pasado analógico con el que poder compararse. Y Leal lo llevó a todo a la escuela: ¿cómo enseñarlos y qué? La tecnología, usada con sentido, es una herramienta muy poderosa al servicio del profesor, llamado a ser el eslabón entre el pasado y el futuro. No tengáis miedo al cambio tecnológico, coincidieron Sirvent y Leal. “Hay que sumarse a él, pero no corriendo detrás de alguien, sino generándolo”.
No se trata de correr, ni de enseñar a correr, sino de “aprender a bailar” y “enseñar a bailar” (inspirador, Sirvent). Dicho así suena muy romántico. Pero es que la pasión fue una de las protagonistas de la jornada principal del 47º Congreso de CECE, celebrado en A Coruña. Quedó claro que los alumnos de hoy deben dedicarse a lo que les guste, lo que les apasione. Porque sólo habrá aprendizaje en tanto les mueva un interés que conecte directamente con sus emociones. Y porque la pasión el principal rasgo diferenciador de los trabajos humanos, en contraposición con los automatizados y robotizados.
“¿Humanidades?”, preguntó el profe youtuber David Calle (Unicoos) en la mesa redonda que protagonizaron los tres expertos. Desde luego que sí –hacen más falta que nunca los especialistas en Filosofía, Ligüística, Antropología, Sociología…–, pero con competencias digitales. Si no, a nadie le servirán para trabajar.
¿Deben los niños aprender a programar? Sin duda. Sin embargo, Silvia Leal, no se atrevió a definir la mejor edad para iniciarse en la programación dado que, en su opinión, puede depender del nivel de adquisición de otras competencias prioritarias básicas: comprensión lectora y matemática. Ella, tecnóloga empedernida y madre de dos niños, advirtió sobre la necesidad de poner control y límites con el uso de dispositivos digitales para que los niños desarrollen el autocontrol. Pero dando las razones de ello; no con el no porque no. Claro llamamiento a que los padres se informe bien de lo que tienen sus hijos entre manos.
Pero sobre todo, Leal y Sádaba coincidieron en un consejo, casi una urgencia: los niños deben interiorizar la tecnología como herramienta de trabajo y de aprendizaje, no como simple entretenimiento.
¿Existirá la escuela? Sí. Las razones principales, según Silvia Leal, son éstas: en algún sitio tienen que estar los hijos de los padres que trabajan, y en algún sitio tienen que socializar los niños. Pero la escuela será distinta. O debería serlo.
Para Sirvent, la escuela debe centrarse en desarrollar soft skills, creatividad, resolución de problemas, crear, inventar, trabajar en equipo; sobre todo, eso: trabajo en equipo. “No queremos personas que piensen y actúen como robots” y “tener una carrera no les va a asegurar nada”.