Así lo advierte el Instituto de la Mente Infantil (Child Mind Institute) -organización estadounidense sin ánimo de lucro, cuyo fin es el de facilitar las vidas de los niños y las familias que lidian con la salud mental y los trastornos del aprendizaje-, en un artículo a través del cual aborda el trastorno obsesivo-compulsivo, recogiendo los síntomas más comunes que pueden presentar cuando se encuentran en el centro educativo.
Tal y como señala el Instituto, si los y las docentes conocen las conductas asociadas con el TOC, especialmente cuando un niño o una niña se siente avergonzado/a y trata de ocultar su ansiedad, pueden detectarlas con facilidad y de forma temprana, y ayudar a estos alumnos y alumnas de forma más eficaz, facilitando los apoyos y realizando los ajustes que necesiten.
A este respecto, recoge los siguientes signos y síntomas que pueden exhibir en el centro educativo:
- Peticiones frecuentes para ir al baño: el niño o la niña con TOC puede sentir la necesidad de lavarse las manos, si alguien ha estado tosiendo y/o estornudando junto a él/ella, o si ha tocado algo que percibe como contaminado. Podría querer lavar determinados objetivos (por ej., bolígrafos, lápices, mochilas, libros…), o, sencillamente, una excusa para salir del aula, alejarse de todos y tomar un respiro.
- Búsqueda constante de tranquilidad: esto puede tomar la forma de preguntas repetitivas del tipo, “¿estás seguro de que esta es la respuesta?”; “¿Podrías decírmelo otra vez?”; “¿Has escuchado lo que te he dicho?”, o de revisiones constantes (de puertas, ventanas, escritorios, etc.).
- Quedarse ‘atascados’ en determinadas tareas: a veces, los niños y niñas con TOC necesitan terminar o comprender algo y llegar hasta el final, antes de poder continuar. A modo de ejemplo, si un niño está resolviendo el ejercicio que ha hecho mal en un examen de matemáticas y el profesor pide cambiar a otra tarea, le será difícil dejar de realizar la que está haciendo para pasar a otra, si aún no la ha terminado.
- Retroceder: si el/la niño/a sale del aula y siente preocupación por haberse dejado algo, volverá al aula, se sentará en su escritorio y lo comprobará. Si ha tenido un pensamiento negativo al pasar por la puerta, puede pensar que ‘tiene que arreglarlo’ volviendo a cruzar de nuevo la puerta y diciendo una palabra positiva. Si ha tenido un pensamiento negativo cuando bajaba un tramo de escaleras de camino a clase, es posible que tenga que volver a subir esa misma escalera a pesar de haberla bajado, incluso si eso supone llegar tarde a su siguiente clase.
- Borrado obsesivo: detrás de esta acción puede haber diversos motivos: desde la necesidad de que las letras se vean perfectas, hasta el hecho de haber utilizado una palabra que le inquieta. Por ejemplo, si tiene miedo a vomitar y ha escrito este verbo, es posible que no pueda soportar leer la palabra, de modo que siente la necesidad de borrarla. El niño o la niña puede arrugar y/o romper el papel como consecuencia de un borrado excesivo, llegando a volverse problemáticas diversas áreas de la escritura.
- Distracciones: si, por ejemplo, un niño está ocupado pensando que «si no gira la tapa del bolígrafo y cuenta hasta cuatro de la manera correcta, su madre se pondrá enferma«, no prestará atención en clase. Si, en este caso, su profesor/a le pide que responda a una pregunta, su distracción podría confundirse con un déficit de atención sin serlo.
- Lentitud a la hora de realizar exámenes, trabajos y tareas: en ocasiones, cuando los niños y las niñas tardan mucho, puede ser porque luchan contra el perfeccionismo de tener que hacer las cosas ‘de la manera correcta’. Esto podría confundirse con problemas de aprendizaje o falta de atención.
- Conductas de evitación: los profesores pueden ver a un niño o una niña que no quiere sentarse en el suelo, recoger cosas que han entrado en contacto con éste o ensuciarse las manos en la clase. Es posible que evite realizar muchas actividades durante el recreo, y sienta repulsión de tocar algo allí.
- Golpear y/o tocar simétricamente: por ejemplo, si al sentarse toca o golpea por accidente la silla del compañero o la compañera que está a su lado con el pie derecho, tiene la necesidad de golpearla también con el pie izquierdo. Este tipo de acciones pueden confundirse con las de un niño oposicionista o con demasiada energía.
- Quejas de ansiedad y fatiga: de acuerdo con el Instituto de la Mente Infantil, teniendo en cuenta las constantes preocupaciones y pensamientos, «los niños y niñas con TOC utilizan su cerebro con más frecuencia». Si a esto se le añade la ansiedad que presentan, pueden llegar a sentirse fatigados. En este sentido, suele ser común que al volver de la escuela quieran echarse una siesta.
- FUENTE : INFOCOP. CONSEJO GENERAL DE PSICOLOGOS DE ESPAÑA.