- El 73% de los estudiantes de familia acomodada alcanza un nivel básico en la materia, por solo el 32% de los que pertenecen a las familias desfavorecidas
- España se sitúa en la zona media internacional en desigualdad de oportunidades educativas, con peores resultados en las CCAA del sur
- El informe desmiente la dicotomía entre equidad y eficiencia: los países más eficientes también son los que presentan mayor igualdad de oportunidades
- Cotec e Iseak presentan el informe Meritocracia y Educación: movilidad social y desigualdad de oportunidades, que utiliza técnicas de machine learning
La mitad de los escolares españoles (51%) alcanza un nivel básico de competencia en Matemáticas. Pero la estadística esconde una realidad importante. El porcentaje baja al 31,6% en los jóvenes que provienen de las familias económicamente más desfavorecidas y sube hasta el 73,2% en los que pertenecen a las familias mejor posicionadas. Son más de 40 puntos porcentuales de brecha. Pertenecer a una familia acomodada multiplica por 2,3 las opciones de éxito en Matemáticas del alumno. Así lo refleja el informe Meritocracia y Educación: movilidad social y desigualdad de oportunidades, presentado por la Fundación Cotec en colaboración con Iseak hoy en la Gala de presentación del Anuario 2023 de Informe Cotec.
La primera parte del trabajo profundiza en la relación entre el rendimiento educativo de los adolescentes y el nivel socioeconómico de sus familias, la llamada movilidad social. El estudio mide en primer lugar la movilidad social absoluta, entendida como la proporción de estudiantes del entorno más desfavorecido (el 20% de menor nivel socioeconómico de los padres) que consigue superar la competencia básica en Matemáticas en los exámenes de PISA 2018. A mayor valor de movilidad, mayor probabilidad de que los jóvenes puedan adquirir la mencionada competencia, independientemente de su origen socioeconómico. En España la movilidad social absoluta es del 31,6% (el dato señalado al inicio).
Este indicador sitúa al sistema educativo español en un nivel moderado (puesto 21) en comparación con los resultados de los 35 sistemas educativos analizados por PISA. El estudio analiza asimismo las diferencias entre territorios dentro de España. Las comunidades autónomas con mejor movilidad social absoluta son Galicia y Castilla y León, ambas con valores próximos al 42%. Las peor posicionadas en estos términos son Canarias y la Comunidad de Madrid, las dos por debajo del 27%.
El trabajo analiza también la movilidad social relativa, es decir, la probabilidad de que un estudiante del entorno más favorecido alcance un nivel de estudios determinado en relación con otro del entorno más desfavorecido. En España los hijos de padres ricos tienen un 51% más de probabilidades de alcanzar la competencia básica en Matemáticas que los hijos de padres pobres. España queda aquí por debajo de la media internacional (puesto 25 de 35).
DESIGUALDAD DE OPORTUNIDADES
La segunda parte del informe de Cotec e Iseak examina cómo se distribuyen las oportunidades de acuerdo con circunstancias no atribuibles al mérito del estudiante. Para ello aplica un enfoque innovador, utiliza una metodología basada en el machine learning, lo que permite explotar la riqueza que aportan los microdatos del Informe PISA de 35 países.
El valor que resulta indica cómo influyen en el rendimiento del estudiante su sexo, el lugar de nacimiento, el idioma que se habla en su familia, la ocupación de los padres, cuántos libros hay en su casa u otros indicadores socioeconómicos extraídos de los microdatos de PISA.
La conclusión al respecto es que en España un 26% de la desigualdad de oportunidades es atribuible a circunstancias ajenas al control del estudiante. Esto sitúa al país de nuevo en una posición intermedia entre los 35 países analizados (puesto 19; ver gráfica al final).
En cuanto a la desigualdad de oportunidades por territorios, España presenta una brecha clara entre el norte y el sur, desfavorable a los sistemas educativos meridionales. Castilla y León es la comunidad autónoma con menor desigualdad de oportunidades, con un índice del 15,4%, mientras que la Región de Murcia, en el extremo opuesto, llega hasta el 30,3% (ver gráfica al final).
POLÍTICAS PÚBLICAS Y DESIGUALDAD EDUCATIVA
Además de medir de forma empírica cuánto pesan en la meritocracia (promoción a posiciones de éxito, poder o influencia en función de habilidades personales) las desventajas iniciales a las que se enfrentan los niños y adolescentes de familias desfavorecidas, al no poder contar en casa con entornos educativos favorables, los autores del estudio dedican un tercer bloque a analizar las políticas públicas y a hacer recomendaciones.
Los autores encuentran correlaciones entre algunas políticas públicas educativas y una mayor desigualdad de oportunidades. En primer lugar, se observan fuertes correlaciones entre la inequidad en el aprendizaje de la lectura y la desigualdad de oportunidades. En segundo lugar, los sistemas educativos con una mayor segregación por habilidades o por nivel socioeconómico familiar presentan mayores probabilidades de desigualdad.
Los autores destacan entre sus conclusiones que un sistema educativo orientado a una distribución justa de las oportunidades no está reñido con la eficiencia. Los países que logran una mayor optimización de recursos también obtienen una menor desigualdad de oportunidades, lo que sugiere un círculo virtuoso entre equidad y eficiencia educativa.
El estudio señala, por último, algunos ejemplos en calidad de organización escolar. Por ejemplo, en aquellos sistemas educativos donde los profesores destinan más tiempo a la gestión o a tareas administrativas se observa una mayor desigualdad de oportunidades, vinculada también a la mayor tasa de temporalidad en los contratos de los docentes.
La primera parte del trabajo profundiza en la relación entre el rendimiento educativo de los adolescentes y el nivel socioeconómico de sus familias, la llamada movilidad social. El estudio mide en primer lugar la movilidad social absoluta, entendida como la proporción de estudiantes del entorno más desfavorecido (el 20% de menor nivel socioeconómico de los padres) que consigue superar la competencia básica en Matemáticas en los exámenes de PISA 2018. A mayor valor de movilidad, mayor probabilidad de que los jóvenes puedan adquirir la mencionada competencia, independientemente de su origen socioeconómico. En España la movilidad social absoluta es del 31,6% (el dato señalado al inicio).
Este indicador sitúa al sistema educativo español en un nivel moderado (puesto 21) en comparación con los resultados de los 35 sistemas educativos analizados por PISA. El estudio analiza asimismo las diferencias entre territorios dentro de España. Las comunidades autónomas con mejor movilidad social absoluta son Galicia y Castilla y León, ambas con valores próximos al 42%. Las peor posicionadas en estos términos son Canarias y la Comunidad de Madrid, las dos por debajo del 27%.
El trabajo analiza también la movilidad social relativa, es decir, la probabilidad de que un estudiante del entorno más favorecido alcance un nivel de estudios determinado en relación con otro del entorno más desfavorecido. En España los hijos de padres ricos tienen un 51% más de probabilidades de alcanzar la competencia básica en Matemáticas que los hijos de padres pobres. España queda aquí por debajo de la media internacional (puesto 25 de 35).
DESIGUALDAD DE OPORTUNIDADES
La segunda parte del informe de Cotec e Iseak examina cómo se distribuyen las oportunidades de acuerdo con circunstancias no atribuibles al mérito del estudiante. Para ello aplica un enfoque innovador, utiliza una metodología basada en el machine learning, lo que permite explotar la riqueza que aportan los microdatos del Informe PISA de 35 países.
El valor que resulta indica cómo influyen en el rendimiento del estudiante su sexo, el lugar de nacimiento, el idioma que se habla en su familia, la ocupación de los padres, cuántos libros hay en su casa u otros indicadores socioeconómicos extraídos de los microdatos de PISA.
La conclusión al respecto es que en España un 26% de la desigualdad de oportunidades es atribuible a circunstancias ajenas al control del estudiante. Esto sitúa al país de nuevo en una posición intermedia entre los 35 países analizados (puesto 19; ver gráfica al final).
En cuanto a la desigualdad de oportunidades por territorios, España presenta una brecha clara entre el norte y el sur, desfavorable a los sistemas educativos meridionales. Castilla y León es la comunidad autónoma con menor desigualdad de oportunidades, con un índice del 15,4%, mientras que la Región de Murcia, en el extremo opuesto, llega hasta el 30,3% (ver gráfica al final).
POLÍTICAS PÚBLICAS Y DESIGUALDAD EDUCATIVA
Además de medir de forma empírica cuánto pesan en la meritocracia (promoción a posiciones de éxito, poder o influencia en función de habilidades personales) las desventajas iniciales a las que se enfrentan los niños y adolescentes de familias desfavorecidas, al no poder contar en casa con entornos educativos favorables, los autores del estudio dedican un tercer bloque a analizar las políticas públicas y a hacer recomendaciones.
Los autores encuentran correlaciones entre algunas políticas públicas educativas y una mayor desigualdad de oportunidades. En primer lugar, se observan fuertes correlaciones entre la inequidad en el aprendizaje de la lectura y la desigualdad de oportunidades. En segundo lugar, los sistemas educativos con una mayor segregación por habilidades o por nivel socioeconómico familiar presentan mayores probabilidades de desigualdad.
Los autores destacan entre sus conclusiones que un sistema educativo orientado a una distribución justa de las oportunidades no está reñido con la eficiencia. Los países que logran una mayor optimización de recursos también obtienen una menor desigualdad de oportunidades, lo que sugiere un círculo virtuoso entre equidad y eficiencia educativa.
El estudio señala, por último, algunos ejemplos en calidad de organización escolar. Por ejemplo, en aquellos sistemas educativos donde los profesores destinan más tiempo a la gestión o a tareas administrativas se observa una mayor desigualdad de oportunidades, vinculada también a la mayor tasa de temporalidad en los contratos de los docentes.