- Con motivo del Día Internacional del Juego Responsable (17 de febrero)
- Potenciar medidas legislativas y programas preventivos, impulsar la educación financiera y evitar la normalización del juego, claves para atajar la adicción en los más jóvenes.
16 de febrero de 2023. Los juegos de azar son una actividad de riesgo para la salud que cada vez es más creciente en España. Según datos del Observatorio Español de las Drogas y las Adicciones (OEDA), el 58,1% de la población de 15 a 64 años ha jugado con dinero durante el último año, el 57,4% de forma presencial y el 5,3%, online. El problema se acrecienta en los jóvenes, pues son especialmente vulnerables debido a su inexperiencia y a la presión social existente para participar en apuestas deportivas o similares.
Así lo confirma Víctor José Villanueva-Blasco, director del Máster Universitario en Prevención en Drogodependencias y otras Conductas Adictivas de VIU, quien señala una serie de características comunes a los jóvenes, los más vulnerables: “La búsqueda de sensaciones, la baja percepción de riesgo, la impulsividad, estilos de afrontamiento inadecuados y distorsiones cognitivas”. Y es que los adolescentes, “en pleno desarrollo de sus estructurales cerebrales y de su personalidad, muestran una insuficiente maduración que se relaciona con estas características”, apunta el investigador.
La encuesta ESTUDES 2021 estima que el 3,4% de los estudiantes de 14 a 18 años pueden presentar juego problemático, siendo la prevalencia superior en chicos (5%) que en chicas (1,9%). El experto apunta que el impacto que tienen los juegos de azar en los menores es “devastador en términos de desarrollo personal y social”. En algunos casos, pueden desarrollar “estados de ánimo depresivos, inestabilidad emocional, ansiedad, empobrecimiento afectivo y agresividad.
El proceso siempre es similar, explica Villanueva-Blasco: “La persona comienza a jugar de forma gradual, ganando algún premio ocasionalmente, a los que da gran importancia, a la vez que minimiza las pérdidas. Este proceso refuerza su optimismo frente al juego”. Progresivamente, “el tiempo y el dinero dedicado al juego van aumentando, y las pérdidas comienzan a ser importantes”. Llega un momento en el que la forma de actuar se vuelve automática, “activada por aspectos de tipo emocional y con poco control cognitivo sobre el acierto o error en la decisión de jugar”, relata el profesor de VIU; hasta el punto de que “la persona sopesa los beneficios de la gratificación inmediata, es decir, ganar; pero no repara en las posibles consecuencias negativas a largo plazo”.
Con el fin de poder atajar el problema, Víctor José Villanueva-Blasco ofrece una serie de claves a tener en cuenta para evitar que los más jóvenes vean afectada su salud mental como consecuencia del juego:
Poner el foco en la publicidad
El experto de VIU matiza que, aunque se tiende a destacar la importancia de programas preventivos, estos deben acompañarse con medidas legislativas y una aplicación efectiva de las mismas. En este sentido, es crucial la influencia que ejercen los medios de comunicación tradicionales y las nuevas tecnologías en la normalización de la conducta de juego a través de la publicidad, directa y encubierta (a través de Internet, youtubers, influencers y videojuegos).
Desnormalizar el juego. Existen una serie de términos, como el de “juego responsable” —promovido por la propia industria—, que no son más que una estrategia para fomentar la normalización del juego y banalizar sus efectos perniciosos. No existe el juego responsable en jóvenes, y más teniendo en cuenta que para los menores de 18 años es ilegal.
Dar ejemplo en casa mediante la educación financiera. Los padres y madres son los primeros que deben dar ejemplo a sus hijos. Deben evitar actitudes favorables hacia el juego de apuestas y la propia conducta de apostar, insistiendo en la importancia de la educación financiera.
Potenciar los programas preventivos. Son esenciales para orientar a los adolescentes, centrándose en aspectos clave que los diversos estudios han señalado como más relevantes. Concretamente, una serie de distorsiones cognitivas tales como los errores en la percepción del control, la ilusión del control, la falacia del jugador (creer que va a ganar) y la incapacidad para poder detener la conducta de juego. Para ser efectivos, estos programas precisan de una financiación suficiente.
Vistas las cifras de los estudios, resulta imprescindible que, tanto las decisiones de políticas públicas como padres y educadores tomen medidas para prevenir y abordar los problemas relacionados con los juegos de apuestas en los más jóvenes, debido al impacto que tiene en la vida de las personas, especialmente en la de los menores.