El CEI Sagrada Familia de Málaga se ha convertido en uno de los centros infantiles más innovadores de su ciudad al incluir el mindfulness en su PEC.
Con el nombre de “Pequeñas miradas hacia dentro”, este proyecto está ayudando a los niños y niñas del último curso a beneficiarse de la meditación para desarrollar la concentración y la inteligencia emocional.
La práctica de la meditación o de “atención plena” es uno de los momentos más importantes de la jornada para los pequeños del CEI Sagrada Familia, centro bilingüe de Málaga situado a orillas del río Guadalmedina. Llevada a cabo normalmente después del patio, basta con dar tres toques al cuenco tibetano para que los mayores de dos y tres años tomen silencio, cojan sus cojines y se sienten en postura de flor de loto para comenzar la sesión diaria, que tan sólo dura cinco minutos.
Gracias a ella, los pequeños se relajan tras el trasiego del patio y son capaces de atender mejor a la siguiente actividad. Estos beneficios, sin embargo, son sólo algunos de los favores que otorga esta práctica milenaria, que desde los últimos años ha despertado el interés de la comunidad educativa.
Entre los descubrimientos más importantes, en la última década multitud de investigaciones científicas han corroborado que la práctica continuada de este tipo de meditación reduce trastornos como la ansiedad, el estrés o la depresión. Relacionado con los niños y adolescentes, ejercitarla durante escasos minutos al día tiene un impacto directo en el desarrollo de la autoconciencia, la concentración y por tanto en la atención a los estímulos de aprendizaje. Además, la persona responsable puede guiar la sesión hacia el estado de sus emociones y de las de sus compañeros, por lo que desarrolla la empatía.
“¿Ése es mi hijo?”
“Pequeñas miradas hacia dentro” nació hace escasos meses. Al terminar el curso pasado, Laura Vela, directora del centro y vocal de CECE Málaga, propuso a su equipo docente iniciar esa nueva práctica:
“Todo empezó por interés personal. Después de haber leído e investigado mucho sobre el tema, se me ocurrió buscar centros que lo hubieran introducido, para ver maneras de ponerlo en práctica. Encontré un colegio de Málaga que lo hacía con alumnos de Secundaria y que para ellos era una asignatura más del currículum. En ese momento me dije ‘¿por qué no?’”.
Cuando ya asomaba el fin de curso, Laura reunió a todo su equipo para plantearles la idea y que, en caso de que aceptaran el reto, pudieran ponerse manos a la obra cuanto antes para iniciar su formación.
“¡Les pareció una idea estupenda! Estábamos todas muy ilusionadas. Pero teníamos mucho trabajo por delante para prepararnos e invertimos los meses de verano”.
Pese a estar implantándose en multitud de centros dentro y fuera de nuestro país, todavía no existe una formación oficial sobre la práctica del mindfullnes en la educación, por lo que las educadoras del CEI Sagrada Familia hicieron piña entre ellas para acceder juntas a diferentes cursos, trabajar bibliografía y hacer talleres durante los meses previos al inicio del nuevo curso.
“La investigación científica que hay en internet nos fue muy útil. También hicimos un curso MOOC organizado por el Museo de Málaga sobre la regulación de las emociones, dentro del proyecto de educación emocional”.
Al comenzar el nuevo curso parecía que todo estaba listo para empezar, pero aún quedaba el paso más importante: explicarles a los padres el proyecto. “¿Y qué mejor manera para enseñárselo que hacerles a todos una sesión?”, dice Laura, que cuenta entre risas que en aquel momento “debieron de pensar que estaba loca” pero que, tras explicarles el proyecto a fondo, terminaron convencidos y confiados en la propuesta del centro:
“Les preparé varios vídeos explicativos. Pero lo que más les gustó fue ver a sus propios hijos, porque antes de la reunión quise probar con ellos y grabé unas sesiones. ¡La verdad es que se quedaron con la boca abierta de ver a sus hijos tan tranquilos y concentrados!”.
No sería difícil de imaginar que hasta el más revoltoso de los niños fuera atrapado por los encantos de la meditación, si gracias a ella toda la clase se suma en el silencio y una suave voz les lleva a escuchar su propio corazón o a imaginar que viajan en cohete y atrapan una estrella del firmamento.
“No es magia, sino constancia a largo plazo”
Pese a haber comenzado en octubre, las profesoras del CEI Sagrada Familia ya observan los beneficios de las sesiones. “En general notamos que tienen más tranquilidad y sobre todo están más receptivos después de las sesiones. Tenemos algunos niños súper inquietos que están totalmente concentrados durante la sesión. Esto me llamó la atención desde la primera vez. Por ejemplo, tenemos un niño que es bastante movido y muy gracioso (aquí decimos que está “sembrao”). Cuando empezamos ¡se lo tomó tan en serio! Se puso muy recto, cerró fuerte los ojos y seguía muy bien la respiración. Al final se me acercó y me dijo ‘¿puedo coger eso, seño?’, refiriéndose al cuenco tibetano. ¡Cómo se había fijado en todo!”.
La calidad del sueño es otro de los beneficios que promete un ejercicio fiel de la meditación: “Con cinco minutos antes de acostarse bastaría para relajarles y ayudarles a coger bien el sueño. Es importante que las familias se impliquen para que realmente esto sea una ayuda para los niños. En realidad el mindfulness es de sentido común: se trata de calmar al niño. Ellos lo absorben todo, igual que si tú estás nervioso se lo contagias”. Como dice Laura, “no se trata de magia», sino de “constancia a largo plazo”.
Se acabó el ‘rincón de pensar’
Otro objetivo del CEI Sagrada Familia es que todos sus alumnos aprendan a expresar sus sentimientos y razonen sobre ellos. En esta línea, Laura cuenta cómo en todas los cursos han sustituido el tradicional “rincón de pensar” por el “rincón de la calma”.
“No me gusta nada que se le llame ‘de pensar’ porque identifican el pensamiento y la reflexión con el castigo, y un niño no sabe hacer ese tipo de razonamientos. Además, se les está sacando del grupo. Por eso, cuando queremos corregir una conducta les llevamos al ‘rincón de la calma’ para que puedan estar tranquilos y se calmen. Se ponen con su cojín de meditar, les dejamos un momento para que se relajen. Luego nos explican por qué han actuado así, cómo se sienten, y traemos al niño que han pegado o molestado para que también se exprese y sepan cómo se siente”.
La atención plena también se aprovecha para trabajar otras habilidades: “Al terminar las sesiones de mindfulness les dividimos en grupos pequeños y trabajamos en más ‘rincones’, como el rincón de la experiencia, el rincón del lenguaje…”.
Y es que la meditación, ya sea para trabajar la concentración, la empatía o la contemplación, se puede practicar en cualquier momento y en cualquier lugar. “No tiene por qué ser en círculo y con cojines. Puede ser hasta en el comedor. El otro día tenían pescado para comer e hicimos una pequeña sesión antes. Les decía que imaginábamos el pescado, qué sabor tendría, su tacto, que era muy rico… estaban con atención plena y se les estimulaba. Por eso –continúa– no estoy de acuerdo con las educadoras o los padres que dicen que no hay tiempo para hacerlo, porque con unos minutos basta. Es lo que tardas en arropar a tu hijo”.
Reconocimiento a su labor
Esta flexibilidad del mindfulness no sólo permite que pueda hacerlo cualquier persona con unas sencillas indicaciones, con una guía o en solitario, o que pueda practicarse a cualquier hora del día. La música es una gran aliada de la práctica de la atención, por eso el próximo proyecto de Laura es comenzar talleres de jazz y sesiones de meditación con este estilo de música. “La improvisación que tiene el jazz requiere mucha concentración. Quiero profundizar en este aspecto y estoy en conversaciones con un profesor de conservatorio para desarrollar esta idea”.
El interés por la innovación y la mejora educativa constantes son algo característico del CEI Sagrada Familia, que recientemente ha visto premiada su labor con la nominación de Laura Vela como mejor docente de España 2017. “Cuando vi cómo compañeras y familias comenzaban a votarme me emocioné. No pasé a la final, pero quedé entre los 370 de la fase preliminar, y eso ya fue muchísimo para mí. Es una recompensa enorme recibir el reconocimiento por tu labor de esta manera, sobre todo saber que los padres confían en ti. Al final el fruto que recoges cada día son los niños y sus familias”.