Discurso de Alfonso Aguiló, presidente de CECE, al término del 47º Congreso Nacional de CECE, celebrado en A Coruña y dedicado a la transformación de la educación de acuerdo a la transformación digital de la sociedad.
«Hemos tenido en estos días muy interesantes sesiones y debates, que nos han permitido, en muchos puntos, una nueva mirada hacia cuestiones que llevamos tiempo considerando. Hemos podido escuchar personas y puntos de vista diferentes, modos de abordar los problemas que nos han ilustrado y enriquecido.
Hemos comprobado que dejar unos días nuestros colegios, y ver qué hacen otros, y dedicar un tiempo a aprender más, a ensanchar nuestra mente escuchando las soluciones que otros están empleando… ha merecido la pena. Si queremos que nuestros alumnos deseen saber siempre más, todos nosotros debemos también desear saber siempre más.
Vivimos tiempos complejos, difíciles, de cambio…, que nos exigen un especial esfuerzo de escucha, de apertura, de diálogo, de trabajo en equipo, de unidad entre todos ante esos retos en los que sólo todos juntos podremos salir adelante.
La financiación de la enseñanza privada española no es una excepción en Europa. En la casi totalidad de los países del continente hay enseñanza sostenida con fondos públicos. Fue, por ejemplo, uno de los primeros empeños que acometieron los países de la Europa del Este en cuanto recuperaron la libertad en los años 90: querían una escuela plural, querían operadores plurales que gestionaran el espacio público de la enseñanza de un modo que se alejara del monopolio propio de la enseñanza casi solo pública (aunque siempre con un pequeño porcentaje de enseñanza privada para las capas más altas de la sociedad). Querían enseñanza plural, y querían que esa pluralidad no fuera solo para los ricos y… para eso no hay otro modo que financiar la enseñanza privada plural y que sea accesible a todos. Este punto está entre los primeros y más importantes en el largo camino hacia la igualdad y la equidad.
Quizá la concertada española es de los modelos de mayor arraigo social, mayores niveles de equidad, mejor jurisprudencia y robustez en las fórmulas jurídicas, mayor fortaleza en la estabilidad de sus proyectos educativos. Y quizá su éxito es visto por algunos como una amenaza, cuando en realidad está siendo el principal estímulo de mejora con el que cuenta el conjunto de la enseñanza del país.
¿A qué se debe esa fijación contra la enseñanza concertada, esa polarización, ese debate ideológico que parece no acabar nunca? Hay muchas posibles explicaciones, pero ahí está ese acoso constante, insistentemente real, ante el que nunca debemos cansarnos de luchar.
Y debemos luchar en el ámbito jurídico, político, judicial, mediático, reputacional… pero también y sobre todo, seguir avanzando cada día en mejorar la calidad y el atractivo y la equidad de nuestras escuelas. Nuestras escuelas deben ser cada día mejores, tenemos que mostrar un relato cada día más claro y convincente de nuestra misión, trabajar sin descanso para que todos entiendan que cumplimos con coherencia una tarea decisiva e imprescindible para el buen futuro de nuestra sociedad.
No soy partidario de alimentar un espíritu victimista. Porque muchas veces esa actitud puede frenar nuestro empeño por mejorar cada día, o hacernos ceder sin suficiente lucha ante los ataques que recibimos.
Debemos centrarnos en un mensaje y un enfoque siempre proactivo, de clara esperanza, de lucha, de superación. Centrarnos en un relato que resulte realmente inspirador. No somos unos empresarios preocupados por el futuro de unas pequeñas empresas… somos un colectivo que cumple una misión insustituible para que haya una enseñanza plural de calidad accesible a todos… y prestamos a la sociedad un servicio importantísimo, con un profundo sentido de servicio, con una gran conciencia de nuestra gran responsabilidad en la transmisión de valores democráticos, éticos, ciudadanos, de convivencia.
Nuestros colegios tienen una clara amenaza en los cambios regulatorios que se están debatiendo en estos meses, es verdad, pero no nos engañemos, la principal amenaza sería que nuestros colegios no mejoraran lo suficiente para hacer frente a los retos que se le presentan. Nuestras familias, satisfechas con nuestro trabajo, son nuestra más segura defensa.
La enseñanza concertada española se distingue por su austeridad, por su arraigo, por su transversalidad social, por su equidad. Es un excelente ejemplo de cómo atender una gran demanda social y gestionar el espacio público, aportando más pluralidad, más eficiencia, mejores resultados.
Hace no muchos años, todo el sector hizo un gran esfuerzo para atender la educación infantil de 3 a 6 años, que en pocos años fue concertada en todas las comunidades autónomas, pues se vio con claridad que era una clamorosa demanda social.
Ese mismo efecto se presenta hoy con el tramo de 0 a 3 años, en un escenario de fuerte descenso de la natalidad. Hoy vemos que la financiación pública de esa etapa es decisiva para impulsar la maternidad, la natalidad, la conciliación…, así como la formación temprana… Y, lógicamente, debe hacerse dentro de un marco de pluralidad, sin destruir la actual red de escuelas infantiles, sin pretender que esa etapa sea mayoritariamente pública… respetando las proporciones pública/concertada que responde a una demanda de las familias estable en las etapas obligatorias.
Nos va mucho en esto. Es el principal reto al que nos enfrentamos. Hay otros también importantes, como el bachillerato concertado, o la ampliación de la formación profesional, o la mejora de los módulos de concierto… pero donde de verdad nos jugamos el futuro de la escuela concertada es en el tramo de 0 a 3 años, y lo saben muy bien los que no nos quieren, y espero que lo tengamos claro también nosotros. Y es una batalla en la normativa básica que hace el Ministerio y el Congreso de los Diputados, pero sobre todo una batalla que debéis librar con diligencia en cada comunidad autónoma.
Os recomiendo trabajar con firmeza en cada comunidad autónoma hasta acabar con esas discriminaciones, que hemos denunciado en nuestro Observatorio, en las ayudas de comedor y transporte a las familias que eligen centros concertados. Son discriminaciones que claman al cielo, que dejan rotundamente fuera a los más desfavorecidos, que les impiden acudir a nuestros colegios, y que encima les sirven luego a algunos para recriminarnos que esas familias no estén en nuestros colegios. Es una injusticia a nuestras familias que no podemos permitir, que si la ponemos blanco sobre negro nadie puede sostener, una incoherencia totalmente inasumible.
Y no es cuestión de presupuesto. Si todas esas familias de baja renta que ahora van a la pública porque solo ahí les pagan comedor y transporte, pudieran ir –con esas mismas ayudas– a la concertada, costarían exactamente lo mismo que ahora en la pública.
Hemos hablado mucho en estos días sobre la necesidad de actualizarnos, de no darnos nunca por satisfechos, de nunca dejar de mejorar y de innovar…
Hemos hablado del liderazgo que necesitan nuestras escuelas, de cómo hemos que formar equipos, generar actitudes de trabajo que resulten inspiradoras, de atraer el mejor talento para la educación. Insistiría en eso. Atraer a los mejores. Trabajar para que tengan cada vez mejor consideración social. Hacer ver a la sociedad la importancia que tiene dar una mejor formación a la siguiente generación. Somos testigos de innumerables avances científicos y técnicos, un gran desarrollo, no podemos fracasar en la educación de la nueva generación, de quienes tomarán nuestro relevo.
Quiero volver a deciros, como todos los años, que CECE es una organización extremadamente plural, con un profundo compromiso social, con una voz muy escuchada porque no representamos intereses de un grupo más o menos grande, sino una voz que clama por una educación mejor para todas y todos, sin distinción de nada, sin poner apellidos a la educación, sin discriminar a nadie.
En CECE queremos poder mirar a la cara a la gente y decirles que ponemos la educación en primer lugar, que queremos servir a los intereses de nuestra sociedad y que tenemos un papel importante en ayudar a las nuevas generaciones a estar a la altura de los grandes retos que tenemos en el horizonte.
Son muchos los retos y desafíos en educación que tenemos por delante. No se van a resolver creando divisiones entre los que trabajamos en educación. Tenemos que dar ejemplo de convivencia pacífica dentro de la diversidad, de trabajar colaborativamente, compartir, ayudar, generar confianza, de no combatir a quien piensa de manera distinta a nosotros, sino procurar aprender de él.
Quería pediros expresamente vuestra implicación en CECE, trabajar todos juntos para defender los derechos de alumnos, familias y centros. Que se oiga nuestra voz, constructiva, clara, una voz que une, que piensa en todos.
Sólo me queda reiterar mi agradecimiento a la organización y todas las personas que han colaborado para que el Congreso se haya desarrollado de forma satisfactoria: titulares, profesores, expositores, sponsors, federaciones… todos. Muy en particular a los que han participado en la mesa política de debate».
Acabo con el título del Congreso. Estamos en tiempos de transformación y de cambio. Los caminos no siempre están claros ni son los mismos para todos ni en todo momento. Como decía Machado, hacemos camino al andar.
Tenemos un gran trabajo por delante. Habéis demostrado un gran compromiso. Os doy la enhorabuena y os felicito por vuestro trabajo».