Alumna del Colegio Orvalle de Madrid, Ana Alum estudia hoy un doble grado de Ingeniería de Datos e Ingeniería de Telecomunicación. Su testimonio de curiosidad, esfuerzo y pasión por la Ciencia desde pequeña hasta hoy resulta inspirador para muchas niñas en edad escolar.
La mejor carta de presentación de Ana Alum es el vídeo hecho por ella misma para presentarse al Premio a la Mejor Estudiante STEM de Bachillerato, que otorgan la Fundación ASTI y el programa STEM Talent Girl. Impresiona ver las lecturas que ha hecho, los trabajos de clase que confeccionado -sobre Big Data, sobre biotecnología y transhumanismo…-, el proyecto de marketing digital que hizo para la empresa de su padre, o su participación en debates estudiantiles y en olimpiadas matemáticas y de dibujo técnico. Pero, sobre todo, el ingenio, la frescura y la alegría con que están hechos.
Ana Alum, hoy estudiante del Doble Grado en inglés de Ciencia e Ingeniería de Datos e Ingeniería en Tecnologías de Telecomunicación de la Universidad Carlos III de Madrid, fue, hasta junio pasado, alumna del Colegio Orvalle de Madrid, donde encontró y alimentó su pasión científica. Su directora, Mónica Seitl, explica que uno de los sellos distintivos del colegio es «el desarrollo completo de la persona» con una educación personalizada de verdad y con programas de estímulo científico, humanístico y artístico «para que cada alumna descubra el área en el quiere desarrollarse y poner su talento al servicio de la sociedad». En Orvalle, asegura, «hay mucha igualdad entre el número de alumnas que eligen itinerarios científico-tecnológicos y de Ciencias Sociales», y «la libertad a la hora de elegir la preferencia académica es total».
Pregunta.- ¿Cómo llegaste a este premio?, ¿por qué presentaste y por qué crees que te eligieron como ganadora?
Respuesta.- Conocí a la Fundación ASTI y Stem Talent Girl a través de mi universidad, la Carlos III de Madrid. Pocos días después de empezar el curso nos mandaron un correo dándonos a conocer esta iniciativa. A mí personalmente me encantó y me llamó muchísimo la atención porque aunaba dos de mis grandes inquietudes: la ciencia y el papel de la mujer en ella. Decidí presentarme porque pienso que es una manera de apoyar estas iniciativas, y también por vivir la experiencia.
Para participar, uno de los requisitos era enviar un vídeo explicando las razones por las que considerabas que merecías ganar. Yo quise enfocarlo mostrando quién soy: una STEM en medio del mundo, una chica normal que le gusta salir y quedar, pero que también es una apasionada de la ciencia y de las nuevas tecnologías. Tal vez, lo que gustó al jurado fue esa naturalidad y también mi pasión hacia aquellos ámbitos de la ciencia que más me gustan.
P. – ¿Qué significa para ti ser «la mejor estudiante STEM»?
R.- Es todo un honor recibir este reconocimiento fruto de tantas horas de estudio, esfuerzo y dedicación a la ciencia y a la tecnología. Es un impulso para seguir y abrir todavía más mis horizontes hacia posibles nuevos proyectos.
P.- ¿Por qué elegiste la carrera que estás estudiando?
R.- Porque es estudiar en profundidad todo aquello que me apasiona. Considero que es una carrera donde se ven todos los aspectos de las nuevas tecnologías, tanto el hardware (sistemas, circuitos, etc..), como el software (programación en diversos lenguajes, inteligencia artificial, machine learning, entre otros). Además de que es muy nueva y me encanta que esté completamente actualizada a las últimas novedades tecnológicas.
P.- ¿Cuándo decidiste el área de estudio en el que enfocarías tu carrera?
R.- Desde siempre he sabido que me quería dedicar a alguna disciplina STEM. A los 15 años empecé a leer más sobre las tecnologías y las últimas novedades en este campo. Antes de que llegara la pandemia, Orvalle, mi colegio, organizó una actividad donde cada una acudimos a empresas en las que nos veíamos en un futuro. Yo fui a IBM y, desde ese día, vi claro que quería dedicarme a las nuevas tecnologías orientadas al mundo empresarial.
P. – ¿Tu orientación científica fue vocacional? ¿O, como ocurre en muchos casos, fue simplemente porque se te daban bien las materias de Ciencias?
R.- Siempre he tenido una curiosidad especial en entender cómo funciona todo aquello que nos rodea. Desde pequeña recuerdo mirar al cielo y pensar en qué serían esas luces que aparecían cuando se
ponía el sol. Soy una nativa digital, siempre he estado rodeada de las nuevas tecnologías. Me fascina ver cómo han cambiado la manera en la que hacíamos antes las cosas. No es sólo el simple hecho de que “se me den bien las ciencias”, es algo que va más allá y que forma parte de mi persona.
P.- ¿Qué porcentaje de mujeres hay en tu clase/curso en la Universidad?
R.- En mi clase hay un tercio de mujeres. Y esto es una proporción muy alta en comparación con otras ingenierías. Según un estudio realizado por el OEI, tan sólo un 13% de las carreras STEM en España están ocupadas por mujeres.
P.- ¿Cuáles son tus planes a medio plazo?
R.- Principalmente, sacar adelante mi carrera. Tengo varios proyectos en mente que me gustaría llevar a cabo en un futuro próximo, pero ahora acabo de empezar mi etapa universitaria y la adaptación a otra forma de aprendizaje es un proceso, así que, de momento, hasta que todo esté más encauzado, prefiero centrarme en la universidad.
P.- ¿Dónde te gustaría trabajar y para qué?
R.- En una empresa dedicada al desarrollo de las nuevas tecnologías. Quiero que mi trabajo sea una manera de aportar mi granito de arena a la sociedad. Espero ser una mujer que, a través de su dedicación y pasión por la ciencia, pueda llegar a mucha gente y hacer del mundo un lugar mejor.
P.- ¿Había alguna materia hueso para ti en el colegio?
R.- Siempre ha habido alguna asignatura que se me ha dado peor. Aunque no me gustaran especialmente algunas, intentaba esforzarme y sacarlas adelante. Al final, las personas somos un conjunto, y aunque sé que me voy a dedicar al mundo STEM, me parece muy importante saber comunicarse, escribir bien, o conocer los cuadros que hay en el Museo del Prado.
P.- ¿Crees que estudiar sólo con chicas ayuda a estar más centrada?
R.- Como todo, tiene sus ventajas e inconvenientes. Pero en la época de la adolescencia te ayuda a estar concentrada y rendir mucho más. A mí personalmente es algo que me ha ayudado mucho. Al fin y al cabo, los hombres y las mujeres tenemos un proceso de maduración y aprendizaje muy diferente, y quizás muchas personas no conozcan la nueva educación diferenciada, que se propone personalizar la educación según cada alumno. Creo que en esta etapa puede ser muy beneficioso educar a cada uno a su ritmo.
P.- ¿Por qué crees que hay menos chicas que chicos eligiendo carreras de ciencia y tecnología?
R.- Creo que hay dos principales motivos y el primero la falta de referentes. ¿Cuántos teoremas o teorías llevan el nombre de mujeres? Si se lo preguntas a una persona con una amplia trayectoria en el mundo de la ciencia, no estoy segura de que te pueda dar alguna. Está claro que el trabajo de las mujeres en ciencia no estaba igual valorado que el de los hombres. De ahí el llamado el ‘efecto Matilda’, que identifica y denuncia la falta de reconocimiento del trabajo científico de las mujeres. El proyecto #nomorematildas lucha por devolver a todas esas mujeres el mérito que les corresponde. Por otro lado, no se ha incentivado la inquietud científica entre las mujeres. En el pasado se las educaba para vivir en la sombra y sometidas a algo o a alguien. No tenían la libertad de decidir quiénes querían ser. Está claro, y me emociona afirmarlo, que esto es una realidad que está empezando a cambiar. Sólo hay que ver la gran cantidad de proyectos, como StemTalentGirl, que se están llevando a cabo para luchar contra ello.
P.- ¿Crees que la mujer tiene un papel especial en la ciencia por el hecho de ser mujer? Por ejemplo, se habla de la necesidad de equilibrar el sesgo masculino que tienen los algoritmos en Inteligencia Artificial…
R.- Las mujeres y los hombres, cuando llegan a una madurez parecida, se complementan. Ahora que estoy en la universidad, noto un montón que los chicos y las chicas tenemos maneras muy diferentes de pensar y razonar las cosas, desde un ejercicio de cálculo hasta tratar de encontrar el problema en un código de programación. Ambas maneras son correctas, y se aprende mucho más de lo que te imaginas viéndolo desde otra perspectiva. Hasta hace poco, la ciencia ha estado dominada por hombres; por lo tanto, la presencia de mujeres en este campo sería esencial.