Raúl Santiago es el inspirador, promotor y máximo divulgador del Flipped Learning en España, quien importó el conocimiento del que se considera el ‘padre’ del Flipped Learning, Jon Bergman. Todos los docentes españoles que ya son expertos en este modelo de enseñanza-aprendizaje han leído sus libros y coinciden con él en una búsqueda trascendental: «Que el tiempo de estar en clase tenga un valor». Hablamos con Raúl Santiago antes de publicar un nuevo libro, esta vez junto a Jon Bergmann. En él profundizan en cómo aplicar las metodologías activas de aprendizaje a partir del Flipped Classroom, y también repasan la evolución de esta manera de enseñar en diferentes países y las investigaciones que la han ido avalando.
Pregunta: ¿Cómo llegó usted al Flipped Classroom?
Respuesta: Yo comencé hace seis años en la Universidad donde doy clase y el planteamiento que yo me hacía era que si yo en clase me aburría de decir todos los años las mismas cosas y de seguir el mismo esquema, mis alumnos probablemente se iban a aburrir tanto como yo, o más. Todo eso te lleva a reflexionar, a pensar que debe de haber formas de enseñar de acuerdo a las características de los alumnos del siglo XXI y a hacer las cosas de otra manera, buscando lo que, para mí, es el objetivo del Flipped Learning: el aprovechamiento del tiempo en el aula. Se trata de conseguir que cuando los alumnos estén con sus compañeros y compañeras, sea un tiempo de aprovechamiento máximo. Que la clase tenga un valor; que les apetezca ir a clase. Que el profesor pase la clase explicando contenidos no implica que los alumnos los aprendan. Sabemos que los alumnos no aguantan una atención activa más de nueve minutos. Eso me llevó a replantearme la docencia y a crear un portal web, theflippedclassroom.es, que se ha convertido en un portal de referencia, y luego también a centrar en ello mi labor investigadora de la Universidad. Han sido cuatro años muy intensos y muy interesantes compartiendo experiencias, organizando congresos internacionales, haciendo publicaciones, cursos, encuentros, certificaciones…
P: ¿Cómo conoció a Jon Bergmann, el padre del Flipped Classroom, con el que ahora ha escrito un nuevo libro?
R: Directamente le escribí un correo para hacerle una entrevista y luego la relación fue aumentando y he estado varias veces en EEUU trabajando con él, haciendo las versiones en español de los cursos de certificación. Hemos coincidido en varios congresos. Este mes de agosto coincidimos de nuevo en un congreso en Argentina, donde el Estado de Misiones ha decretado por norma que el Flipped es el modelo pedagógico que los profesores deben utilizar. Y lo último es un libro que publicamos juntos en septiembre con la editorial Planeta y que se titula Aprender al revés.
P: Después de dos libros escritos sobre Flipped Classroom, ¿qué puede aportarse de nuevo?
R: En el caso del último, que sale en septiembre, la editorial nos pidió un libro que orientase a los docentes que quieren empezar; por ejemplo, que enseñe a diferenciar el Flipped de cosas que lo parecen y son otra cosa. El subtítulo es Flipped Learning 3.0. Metodologías activas en el aula. Como el objetivo del Flipped es aprovechar el tiempo de clase, en este libro profundizamos en cómo hacerlo y en qué metodologías usar en el aula para desarrollar todo el potencial de los alumnos. Es decir, todo aquello que puedes hacer cuando no te dedicas sólo a explicar. Además, el libro tiene una parte que yo considero muy importante sobre el estado de la cuestión en materia de investigación. Mostramos que hay estudios a nivel mundial que están avalando que es un modelo pedagógico eficaz, que hace que los alumnos aprendan más y mejor. En los últimos cuatro años el número de artículos validados se ha multiplicado exponencialmente, lo que significa que hay mucho interés por este modelo.
P: Sobre todas las metodologías innovadoras siempre se cierne la duda de si realmente se traducen en una mejora de resultados académicos de los alumnos. Invirtiendo la enseñanza, ¿qué está ocurriendo?
R: Esa pregunta es para una tesis sobre si los resultados académicos miden de verdad los resultados de aprendizaje. Cuando un alumno hace una buena Selectividad ¿es que ha aprendido mucho? Hay un estudio circunscrito a los alumnos de una universidad china que asegura que sí, pero si me preguntas ¿eso aplicado a Selectividad funcionaría? Pues a lo mejor no. Lo cual no significa no significa que no sea mejor. Habría que analizar primero si un resultado académico es fruto de un resultado de aprendizaje. Hay multitud de estudios que muestran que los resultados de aprendizaje son mejores; otra cosa será si los alumnos mejoran su rendimiento en PISA. Desconozco que haya aún estudios sobre eso. Concretamente yo estoy liderando ahora un grupo de investigación internacional sobre la percepción del alumno en cuanto a los resultados de aprendizaje. Lo estamos haciendo con estudiantes chinos, alemanes, ingleses, húngaros, italianos, franceses… La conclusión que vemos es que el alumno se siente más motivado, cree que las estrategias cognitivas las trabaja mejor, que puede colaborar, que le profesor tiene más en cuenta sus intereses… Es difícil saber si luego van a sacar mejores notas que antes. Hay que matizar qué es un resultado de aprendizaje y que es un resultado en términos de rendimiento académico.
P: ¿El sistema debe poner el foco en otra cosa que no sean sólo las notas?
R: Cuando hablamos de calidad del aprendizaje yo siempre distingo tres dimensiones: lo cognitivo, lo social y lo motivacional, que es lo que creemos que hace que las personas aprendan. Eso es lo que nosotros abordamos en nuestra investigación. Dicen los alumnos, por ejemplo, que el Flipped te hace llevar las cosas más al día, no estresarte por el examen final y sentir que vas consolidando tus aprendizajes. El Flipped permite diferentes formas de evaluar. El alumno es más consciente de su aprendizaje, puede regularlo mejor: sabe qué tiene que hacer semanalmente para llegar a clase y trabajar con sus compañeros. Eso, al final, es lo que nos llevamos en el saco: una experiencia de aprendizaje que es mejor que estar sentado en clase escuchando lo que alguien te dice o te lee. Eso es algo que puedes hacer por tu cuenta.
P: ¿En su investigación internacional tratan de definir las variables que permiten medir la calidad del aprendizaje invertido?
R: Sí, analizamos las dimensiones del aprendizaje, la afectiva, la social y la cognitiva, a partir de un cuestionario que hemos elaborado y que está basado en uno que ya utilizó un profesor americano que se llama Thomas Driscoll. Sobre ese cuestionario, hemos hecho una apuesta más ambiciosa, al preguntar a los alumnos por la duración de los vídeos, la tecnología que usan… Otra cosa muy importante: estamos averiguando si el tiempo que pasa el alumno trabajando los vídeos de clase incrementa el tiempo que pasa viendo pantallas, que es una cosa que nos preocupa a todos. Dicen que el hecho de ver vídeos o cualquier otro material audiovisual que les indica el profesor no incrementa el tiempo diario ante la pantalla, sino que sustituye el visionado de otras cosas. Eso es una buena noticia. Otra cosa muy interesante que estamos investigando es el tiempo que el alumno necesita para ver el vídeo, que pueden ser 7, 8 o 9 minutos, y otra cosa es el tiempo que trabaja el vídeo, que puede llegar a 12 minutos, porque tiene que contestar, buscar información adicional. Además, en esta investigación internacional, vemos que se está prestando atención a las mismas cosas en todos los países. Por ejemplo, no sólo se trabaja con vídeo; muchos profesores quieren que sus alumnos lean y mandan a sus alumnos PDFs enriquecidos en los que pinchan hay vídeos, preguntas, ejercicios… Otros trabajan con podcast porque explican cosas que no hace falta ver. En cualquier caso, las herramientas tecnológicas permiten al profesor saber el comportamiento de los alumnos con esos materiales.
P:¿Está estudiado el tiempo óptimo de exposición? ¿A partir de cuántos minutos supone una dificultad para el alumno?
R: Eso también es muy matizable. Por ejemplo, a mis alumnos de la Universidad les digo que van a trabajar en casa una hora y media a la semana en cosas que luego van a tener una repercusión en la clase. En los primeros cursos de Primaria, lo ideal sería hacer Flipped in the class. Y si es en casa, trabajar una asignatura media hora a la semana, porque si todos los profesores empiezan a mandar vídeos, lecturas, ejercicios, llenamos al alumno de cosas. Si lo hace sólo un profesor, debe ser muy cuidadoso. Y si es el modelo que se sigue en el colegio, hay que organizarlo bien; no puede ser que los niños estén todos los días tres horas viendo vídeos de diferentes materias.
P: ¿El Flipped implica siempre el visionado en casa? Porque esto choca con los padres antideberes que hay en Primaria.
R: En origen, en el modelo Flipped se diferenciaba entre lo que se hace en casa y lo que se hace en clase. Ahora se habla, más bien, de aprendizaje en el espacio individual y en el espacio grupal. Por qué? Porque el espacio individual, viendo y trabajando el vídeo, puede darse también en el aula. Hay profesores que hacen Flipped en clase porque no quieren que sus alumnos hagan tareas en casa ni que vean vídeos fuera del colegio, o porque algunos alumnos no tienen tecnología en casa para ver los vídeos. A este modelo le llamamos Flipped in the class y, sobre todo, se hace con niños pequeños. Los profesores dividen la clase en grupos y mientras unos están viendo un vídeo en su Ipad o en el ordenador, con sus auriculares, otros están trabajando en un proyecto; y otros están con el profesor haciendo algo; y van rotando por tiempos. De este modo, tanto el aprendizaje en el espacio individual como el aprendizaje en el espacio grupal ocurren dentro de la clase. Es decir, el aprendizaje en el espacio individual no tiene por qué ser en casa.
P: ¿Las garantías de que el modelo funcione son mayores cuanto mayores son los alumnos? ¿Se acopla mejor con alumnos de más de 15 años, por ejemplo, que con alumnos de 11?
R: Depende de las estrategias y metodologías que use el profesor para aprovechar el tiempo de clase, y de cómo vea a sus alumnos, y del número de alumnos que tenga, y de la materia. Hay profesores de Primaria que hacen Flipped con las Matemáticas y llegan a clase sabiendo que es lo que no ha entendido el alumno. El profesor sabe lo que el alumno sabe antes de la clase. El alumno ha hecho algo en casa y yo, gracias a las herramientas tecnológicas, sé dónde ha fallado. Puedo saber cuántas veces se ha visto un vídeo o un segmento de un vídeo. Si veo que el 80% está repitiendo cuatro veces el mismo segmento, es que no lo han entendido y tengo que trabajar eso en clase, y explicarlo de otra manera. Eso es lo que yo llamo un Flipped light para resolver dudas y dificultades en clase. Luego hay otro modelo, más amplio y más profundo, en el que el profesor, con lo que ha aprendido el alumno en su espacio individual (antes de ir a clase), hace proyectos y estrategias más de aprendizaje profundo.
P: Es sabido que al principio, cuando un profesor empieza a flippear sus clases, tiene que hacer un sobreesfuerzo y dejarse muchas horas preparando vídeos enriquecidos, y luego los ejercicios, las prácticas y las estrategias de la clase; además hay que pensar en el tiempo que le lleva aprender a sacar partido a las diferentes herramientas tecnológicas y en ir probando otras nuevas. Pero ¿dónde está el límite?
R: Por ejemplo, no puede ser que un vídeo de 10 minutos te cueste producirlo dos horas. Una de las estrategias que nosotros recomendamos es utilizar herramientas sencillas, fáciles de aprender. No queremos hacer vídeos para los Óscar. Tenemos que hacer vídeos que tengan buena calidad de audio y de imagen, y que sean buenos desde el punto de vista académico. La transformación de los profesores hacia al Flipped exige trabajo, mucho esfuerzo para cambiar el chip, y ésa es una de las razones que a los profesores les echa para atrás. Dicen: “Es que tengo que empezar de cero”. Efectivamente, es que hay que empezar.
P: Dicen los profesores más veteranos que mejor empezar con poco, con una lección, con un tema; ver cómo funciona… No plantearse ya flippear todo el curso nada más empezar.
R: Eso es.
P: En Internet hay una ingente cantidad de vídeos producidos por otros profesores a disposición del que los necesite. ¿Es recomendable empezar con vídeos de otros y luego ir hacia la producción propia?
R: Es una pregunta clave y tiene una respuesta clara. Es mejor que el profesor haga sus propios contenidos y que salga en el vídeo, aunque sea en un momento y se intercale con otras imágenes. Si quieres, busca contenidos hechos por otros para ver cómo lo hacen, para tomar ideas, pero plantéate ir haciendo tus materiales y conociendo las herramientas. Son muy fáciles de aprender. Aquí entra una cuestión que es muy importante, y es la de las competencias digitales del profesorado que hacen falta para elaborar vídeos, de acuerdo al Marco Común de Competencias del Ministerio de Educación. La Competencia Digital es un proyecto de investigación paralelo que yo tengo y durante el último año y medio hemos evaluado a 6.000 profesores. Una de las conclusiones es que los profesores españoles son mayoritariamente incompetentes digitalmente. Hay que tener claro qué competencias y qué requerimientos tecnológicos son los más importantes para hacer Flipped. Lo contamos en el libro que sale en septiembre.
P: El esfuerzo merece la pena, dicen quienes han conseguido superar las dificultades iniciales.
R: Cuando se lleva a la práctica y se lleva bien, entraña un cambio brutal en la escuela que hasta lleva a cambios en los espacios, en la arquitectura, en los horarios, la agrupación de los alumnos, la evaluación, la organización de la escuela… Al final se trata de convertir las escuelas en espacios de aprendizaje, que es como se titulaba el primer libro.
P: En España todo el profesorado conoce, más o menos, el Flipped Learning. Está muy popularizado, entre otras cosas, gracias a las redes sociales de profesores. ¿En otros países también está tan popularizado? ¿Hay cifras que cuantifiquen el profesorado que ha flippeado sus clases?
R: Es muy arriesgado. Hay profesores que dicen que hacen Flipped y no es Flipped. No digo que esté mal lo que hacen, pero es otra cosa. Pero sí que estamos de enhorabuena porque sí se puede decir, porque lo dice Jon Bergmann, que es uno de los líderes mundiales de esto y está viajando constantemente, que España es uno de los países del mundo donde más se está haciendo Flipped y donde más interés hay. Sin ir más lejos, esta semana tenemos un encuentro en Aranjuez, que se llama Escuela Excelente, y tenemos 300 inscritos; 300 profesores que hacen Flipped en diferentes materias y cursos. Hay interés, no sólo por parte de los docentes, sino de las instituciones, las consejerías… Además de en España, está pegando mucho en China, en Nueva Zelanda y Australia. También se va popularizando en Italia, en Francia, en Alemania, en Hungría, en Turquía, en EEUU y, dentro de Sudamérica, sobre todo en Argentina.
P: ¿A qué crees que se debe esta buena acogida en España?
R: Lo atribuyo al interés, la inquietud y la profesionalidad de los muy buenos docentes que hay en España. Es para quitarse el sombrero