El psiquiatra Luis Gutiérrez Rojas participa en el 49ª Congreso de CECE que se celebra los días 4 y 5 de noviembre en Alicante. En su ponencia profundiza sobre la importancia de la positividad y el optimismo para afrontar las dificultades de todos los días y cómo aplicarla en el aula.
Doctor en Psiquiatría por la Universidad de Granada. Grado de Doctor cum laude, Premio Extraordinario del Doctorado (Granada, 2011), Gutiérrez Rojas ejerce actualmente como profesional clínico especialista en el Hospital Clínico San Cecilio de Granada. Además, es miembro del Comité Ejecutivo de la Sociedad Española de Psiquiatría y Salud mental.
¿Cómo favorece el sentido del humor en el proceso educativo?
El sentido del humor no se debe de identificar con cachondeo, estar de guasa o pasar todo el día contando chistes. El sentido del humor es una actitud, por la que una persona desdramatiza, le quita importancia, afronta de manera positiva cualquier problema o dificultad.
Hay que aprender a reírse de uno mismo y también de las circunstancias que te rodean; por ejemplo, si un alumno no es especialmente bueno en lengua o una alumna tiene pocas aptitudes para el deporte o tiene dificultad para enfrentarse a una determinada materia, lo que hace el sentido del humor es afrontar esa dificultad de una manera positiva. Todos tenemos déficits y tenemos que ver cómo podemos afrontarlos mediante un discurso conductual en el que podamos introducir el humor.
Estoy seguro de que en un congreso de educación como el de CECE se nos pueden ocurrir mil ideas acerca de cómo afrontar esas dificultades y carencias de una forma creativa.
¿Por qué las sociedades modernas, a pesar de gozar de altas cotas de salud física y de calidad de vida sufren una mayor prevalencia de enfermedades mentales?
Uno de los grandes problemas de Occidente es el haber tenido acceso a un nivel de vida alto fácil y rápidamente y, por otra parte, carecer de herramientas para poder enfrentarnos a las dificultades, al dolor, a las cosas que no nos gustan. Es posible que una manera de hacer frente a estas situaciones sería hablar más del trauma, ampliar nuestra comunicación. Estamos tan bombardeados por las cosas perfectas en la publicidad y en las redes sociales que no sabemos qué hacer con las dificultades.
Por otro lado, uno de las mayores problemas a veces es el de aguantarnos a nosotros mismos con nuestros defectos y dificultades, por lo que un autoconocimiento basado en punto de vista más heterogéneo de la realidad, con sus luces y sus sombras, con cosas que nos gustan y que no, nos serviría para evitar la depresión y la ansiedad de los problemas de la vida cotidiana.
¿Piensa que el profesorado es una profesión de riesgo con temas de salud mental? No creo que la enseñanza lo sea más que otras. Todas las profesiones hoy en día son de riesgo, todo es un reto y existen miles de dificultades distintas. Hay que tener una visión global de la clase sin ponerse unos objetivos demasiado amplios de la misma manera que también puede ser negativo el que se ponga unos objetivos muy bajos o un punto de vista muy negativo. Las dos actitudes son malas, la derrotista y la ingenua. ¿Qué es lo que puedo hacer? Hablar con otros compañeros, trabajar en equipo…, es esencial estar engarzado con el resto del equipo para que las cosas marchen.
También hay que hablar con las familias y conocer sus expectativas. De esa manera nos pondremos metas realistas. Todos los alumnos son diferentes y no tenemos que tratarlos de la misma manera. Con objetivos realistas se obtendrán resultados asequibles y alumnos y profesores no se deprimirán; por otra parte estarán motivados en su trabajo, serán creativos y tendrán todos los días ganas de ir a trabajar.
¿Qué consejos le daría a un profesor para fomentar una buena salud mental entre el alumnado? Lo que hay que trasmitir en al aula es realismo y aceptación. Hay que comunicar la importante necesidad de adecuarse cada uno a sus capacidades. Un buen profesor no es solo el que trasmite sus conocimientos, es aquel que consigue que sus alumnos salgan de sus clases conociéndose a sí mismos: cómo soy, qué cosas buenas tengo, para qué sirvo, y que finalmente el alumno esté muy orgulloso de sus propios logros, hay que hacer las cosas por uno mismo, si se hacen porque quieren lo demás dejarán de hacerse. Por todos estos motivos es necesaria una educación en valores.