Un Plan de Acogida enfocado al acompañamiento, una Unidad Cero para identificar las emociones y motivaciones de cada alumno y cada grupo y un Plan de Acción Tutorial centrado en la convivencia, forman parte de la estrategia especial diseñada para el curso 20-21
Todos los docentes y los equipos directivos saben que este principio de curso no es como cualquier otro. Al desafío de dar clase en plena pandemia de coronavirus se suman todos los interrogantes por haber estado seis meses fuera de las aulas y de la rutina escolar. La reconexión de los alumnos con los ritmos, los hábitos y las normas del colegio y con el aprendizaje mismo son imprescindibles para que la escuela pueda cumplir con su función.
Por eso en centros como el Santa Gema Galgani de Madrid la atención emocional al alumnado es prioritaria en este curso. Siempre ha sido importante, pero “este año hay que prestar una atención extra”, asegura Cristina Sastre, directora de Orientación y miembro del equipo directivo.
Acompañamiento, escucha, empatía y flexibilidad serán las guías de un curso que arranca con un Plan de Acogida diseñado específicamente para atender cuanto antes las dificultades emocionales y motivacionales que pueden traer los alumnos y que dificultarían que la escuela cumpla sus objetivos como tal. Y para ponerlo en marcha, primero había que asegurar la motivación del profesorado.
El primer día de septiembre los docentes de este colegio recibieron una formación enfocada a darles seguridad para empezar el curso con buen pie y afianzar la puesta en marcha del Plan de Acogida.
“Los docentes son los que conviven con los alumnos y los que saben cómo están. Primero debemos cuidarlos a ellos y que sientan un acompañamiento personal”, señala Cristina. “Para prestar esa atención extra al estado emocional de los niños es fundamental que ellos se sientan bien”.
La acción principal del Plan de Acogida es la Unidad Cero con la que comienza el curso y que tiene por objeto la evaluación de emociones y motivaciones de cada alumnos y de cada grupo, con sus debilidades y fortalezas, para, a partir de ellas, desplegar los objetivos y las metodologías adecuadas a cada caso.
En Infantil y Primaria tiene una duración de dos semanas; en Secundaria, los tres primeros días. Por supuesto, esta Unidad Cero excluye entrar en materia curricular, ni siquiera para evaluar conocimientos y destrezas. Está centrada en lo siguiente:
- Identificar y promover las habilidades socioemocionales de los alumnos.
- Desarrollar el espíritu de grupo con dinámicas que generen interdependencia entre los miembros de cada uno de ellos,
- Conseguir que adquieran seguridad en el nuevo contexto de rutinas, normas y límites relacionados con la prevención sanitaria.
- Trabajar la resiliencia y la autoconfianza.
- Elaborar normas y objetivos de grupo, de acuerdo a la situación del alumnado en cada uno de ellos.
- Hacer una evaluación inicial desde el punto de vista emocional, social y motivacional, tanto del grupo como de cada alumno. “Hay que saber cómo está cada niño, qué papel desempeña en el grupo, qué afinidades tiene, cuáles son sus motivaciones y sus intereses; sus fortalezas y debilidades, para poder armar un plan individualizado de aprendizaje”.
Finalizada la Unidad Cero, comenzará la evaluación académica del alumnado para identificar las áreas que precisan refuerzo y las medidas a adoptar para ello, así como las revisiones periódicas que habrá que a lo largo del curso.
“El niño es un todo. Si no avanzas en un sentido, no puedes avanzar en otro. Por eso es muy importante saber cuáles son las fortalezas de las que podemos tirar y en las que podemos apoyarnos en cada caso”, explica la orientadora.
El proyecto educativo del Santa Gema no puede entenderse sin el pilar de la orientación y la atención psicológica y emocional. “La escuela actual (alumnos, familias, docentes) emite necesidades crecientes y cambiantes que requieren de respuestas ágiles y eficaces por parte de los equipos de orientación”, apunta Cristina. “Los equipos de orientación deben evaluar, asesorar, formar parte de las decisiones estratégicas del centro, apoyar directamente el aprendizaje y vincular el mismo a contextos vitales no escolares”. Este enfoque tiene mucho más sentido en el curso que ahora comienza, desbordado de cambios y de nuevas necesidades. Que la orientación forme parte del proyecto educativo “es clave para que la estrategia de este curso sea sólida”, resume la orientadora.
“Nos espera un curso difícil y es más importante que nunca tener una actitud empática y flexible”, advierte Cristina Sastre. También “trabajar con metodologías flexibles y diversas”, entre otras cosas, para poder adaptarse fácilmente a una educación a distancia si llega el caso.
El colegio también ha modificado el Plan de Acción Tutorial para que esté centrado en las habilidades socioemocionales y de convivencia este año.
Y también estará muy pendiente de las familias, de la comunicación con ellas, de acompañarlas –organizando sesiones formativas– y de las necesidades que puedan tener. Para el Colegio Santa Gema Galgani es capital que, sobre todo este año, nadie se sienta solo: ni alumnos ni docentes ni familias.