- Una encuesta de Fundación ‘la Caixa’ a más de 1.600 docentes durante el confinamiento del pasado curso revela un profesorado sometido a constantes cambios y reuniones, que avanzó pasos de gigante en su competencia tecnológica, pero achacó falta de formación para trabajar a distancia.
- También un profesorado preocupado por la situación anímica de su alumnado y por la incapacidad de la mayoría para aprender de manera autónoma
Durante mucho tiempo seguiremos echando la vista atrás, al largo confinamiento del curso 19-20, para entender los cambios que están por venir en educación, empezando por los del curso 20-21. La Fundación “la Caixa” ha contribuido a ello con la publicación de ‘Docentes en confinamiento’, un informe sobre la experiencia vivida por el profesorado de acuerdo a una exhaustiva encuesta que contestaron más de 1.600 maestros, profesores y directivos escolares en mayo de 2020.
En aquel mes, los docentes habían logrado ya superar los primeros escollos tecnológicos y establecer unas rutinas de trabajo y de comunicación telemática con el alumnado, pero aún estaban en el aire los objetivos de aprendizaje del curso y los criterios de evaluación.
La encuesta muestra un profesorado “que se dejó la piel por que ningún estudiante perdiera el tren del aprendizaje”, aunque vio cómo algunos se quedaban por el camino, “que avanzó a marchas forzadas en su competencia digital, pero reconoció necesitar formación para mejorarla”. También un profesorado “preocupado por el estado emocional y psicológico de sus estudiantes” y por la falta de autonomía necesaria para trabajar y aprender en casa. (ver informe completo)
Las diferencias entre los docentes de pública y privada son, en muchas ocasiones, llamativas, quedando constancia de que la percepción de la experiencia vivida y la percepción del propio alumnado fue peor para el profesorado de la escuela pública. Por enseñanzas, la visión fue más negativa entre los maestros de Primaria.
Para EduCaixa –el área de Educación de la Fundación ‘la Caixa’–, “los resultados de esta encuesta constituyen una valiosa evidencia sobre la educación durante el confinamiento que, además de llevarnos a reflexionar sobre la experiencia pasada, nos adelanta algunos de los retos sobre los que habrá que trabajar en el futuro más inmediato, máxime si vuelven a cerrarse las aulas”. “El principal valor de todos estos hallazgos”, apostilla, “es que son fruto de la visión y la reflexión del propio profesorado y de la propia escuela”.
¿Cómo se sintieron?
Durante aquellos cuatro meses de trabajo en casa, pegados al ordenador, el profesorado experimento diversas emociones. La mayoría se sintió preocupado (76%) y cansado (71%), pero también acompañado y respaldado (57%). Ahora bien, un 30% de los profesionales encuestados se sintió solo. Y los que se sintieron más preocupados, ansiosos y agobiados fueron los maestros de Primaria, especialmente en la escuela pública.
En relación con el teletrabajo, la vivencia más negativa tuvo que ver con la dificultad para conciliar trabajo y familia (69%). Y respecto a las capacidades para enseñar en remoto tecnología digital mediante, algo más de la mitad se reconoció preparado para ello.
Mucha reunión y poca formación
Según la encuesta, el profesorado se vio inmerso en numerosas y frecuentes reuniones de coordinación del trabajo, pero achacó falta de formación para enfrentarse a los retos que le deparaba el cambio de escenario. Solo el 31% recibió formación y asesoramiento técnico con frecuencia. Y sólo el 41% recibió formación y acompañamiento pedagógico y orientación para acompañar al alumnado.
Respecto a los recursos empleados, la mitad de los docentes se sirvió de los libros de texto y sólo un tercio de materiales de creación propia. La gran mayoría promovió el trabajo individual en casa frente al trabajo en equipo.
EduCaixa preguntó a los docentes qué medidas consideraban necesarias para ayudarles a ejercer mejor la tarea educativa y la respuesta mayoritaria fue “formación relacionada con estrategias pedagógicas para la enseñanza a distancia”; después, la formación para el uso de herramientas digitales. La mitad consideró necesarias las orientaciones sobre adaptación curricular y criterios de evaluación y un 46% se mostró interesado por conocer estrategias de apoyo emocional a su alumnado.
Expuestos a cambios constantes
El informe de EduCaixa recuerda cómo el profesorado no sólo tuvo que dar rápida respuesta a una situación inédita, sino que también tuvo que estar adaptándose a cambios permanentemente. El desconcierto fue considerable:
El 84% manifestó haber aplicado cambios regularmente o casi todos los días tanto en los estándares de evaluación como en las estrategias para evaluar. También un 84% tuvo que cambiar los recursos pedagógicos empleados con bastante regularidad. En torno a un 60% refirió modificaciones frecuentes respecto a los objetivos de aprendizaje y los contenidos que debía enseñar (62%). “La percepción de ese escenario cambiante fue mayor para el profesorado de los centros públicos”, precisa el informe de la encuesta.
¿Aprendieron los alumnos?
El esfuerzo realizado también tuvo su satisfacción. En torno a un 70% consiguió que sus estudiantes aprendieran y estuvieran motivados para el aprendizaje durante el largo confinamiento. Aunque es la impresión mayoritaria, no podemos descuidar que un 30% sintió que su alumnado se le escapaba de las manos en aquel cuatrimestre.
Durante el periodo en el que se realizó la encuesta (del 11 de mayo al 3 de junio), la práctica totalidad mantenía un contacto frecuente o regular con sus estudiantes. Un 5% tenía contactos ocasionales y el 1% no había tenido ninguna comunicación con su alumnado. Aunque sean porcentajes menores, significa que pudo haber miles de alumnos sin apenas contacto con su escuela.
Falta de autonomía del alumnado
La encuesta se interesó por la percepción del profesorado respecto al alumnado, sus circunstancias, sus aptitudes y sus actitudes para el aprendizaje a distancia. Los hallazgos son notables. Por un lado, se observan variables extrínsecas como la conexión a internet en casa, un espacio adecuado para trabajar/estudiar, y el apoyo familiar para ello. Por otro, factores intrínsecos de cada alumno, como sus habilidades tecnológicas, sus hábitos de estudio y la carga de tareas.
La mayoría de los docentes (71%) percibieron en su alumnado falta de hábito para trabajar de manera autónoma. Respecto a sus habilidades para trabajar en remoto, el 62% de los docentes consideró que sí tenían suficientes. Que el 38% pensara lo contrario no parece un buen dato. Además, a un 53% le pareció que sus estudiantes estaban sobrecargados de tareas.
Todos los datos apuntan, sin duda, a la necesidad de valorar si el alumnado está realmente preparado para afrontar nuevos periodos de educación a distancia o un curso entero alternando enseñanza presencial y online, como ya ocurre debido a las cuarentenas de los grupos y de manera institucionalizada para Secundaria en algunas CCAA.
También son datos que ayudan a enfocar la enseñanza en este curso. Son muchos los colegios que, habiéndose dado cuenta de la falta de autonomía del alumnado para trabajar a distancia, han priorizado la educación y la formación en ese sentido al planificar el comienzo del curso.