Unos 200 colegios trabajan ya con Piensa Infinito, la solución de SM desarrollada a partir de las matemáticas de Singapur
“En nuestro colegio estábamos satisfechos con el buen rendimiento de los alumnos, pero teníamos la convicción de que había mejores maneras de aprender Matemáticas que a la manera tradicional”, cuenta Aurora Martínez Gómez, directora pedagógica de Educación Infantil y Primaria del Colegio Agustiniano de Madrid. Y justo en esa búsqueda inconformista, apareció SM con el Método Singapur adaptado para España por el profesor Yeap Ban Har. Era 2017; la editorial había desarrollado para los colegios españoles el conocido Método Singapur dentro de su programa Piensa Infinito y buscaba colegios para poner en marcha un proyecto piloto.
En el CEIP Gabriela Mistral de Madrid tenían esa misma insatisfacción respecto a la calidad del aprendizaje matemático y también respecto a los alumnos que se iban quedando en el camino:
“Llevábamos años poniendo en práctica diferentes recursos e iniciativas para ayudar a que los niños vieran y palparan las Matemáticas; con la enseñanza tradicional muchos se iban perdiendo y se iban descolgando”, cuenta Enrique Pancho, jefe de estudios del centro y profesor de Matemáticas. “Hacíamos cosas, pero nos hacía falta trabajar con una estructura definida, cohesionada, estructurada y sólida, y en el método Singapur lo encontramos”.
Llevan ya tres años y el balance no puede ser más positivo: “Los niños están contentos y nosotros también. Nos gusta mucho. Requiere esfuerzo. Tienes que preparar muy bien las clases. Pero nos gusta mucho”, recalca.
Liderazgo, esfuerzo y formación
En el Agustiniano empezaron por 1º y 2º de Primaria el curso pasado y la satisfacción fue tal, que este año lo han implantado de golpe en todo Primaria.El liderazgo de la dirección, el esfuerzo del profesorado y la formación y el acompañamiento de SM son clave para que el método se implante con éxito.
“Estamos convencidos de que estos niños van a terminar la etapa con unas Matemáticas mucho más sólidas”, recalca Aurora.
“La capacidad de cálculo que se desarrolla es increíble”, subraya Enrique. Y en cuanto a resolución de problemas “van a llegar a Secundaria muy preparados”.
Una clase de Piensa Infinito
El Método Singapur pivota sobre la resolución de problemas: libre y guiada, individual y colectiva, participativa y dialogada. Cuantas más vías de resolución propongan los alumnos, mejor para todos ellos. Previamente, en 1º de Primaria, se habrá trabajado mucho con materiales manipulativos y se habrán puesto las bases de una manera de calcular diferente: “Yo ya casi ni acuerdo de dividir a la manera tradicional”, comenta Enrique.
Cada sesión en el aula sigue unas pautas muy marcadas: se plantea el problema; se discute en la clase y cada uno estudia una manera de hacerlo (sólo, por parejas, o en equipo); se exponen los diferentes métodos ideados para resolverlo y se plasman en la pizarra; de debaten en la clase, con el profesor como guía, y se vota cuál es el mejor. Al final, se ve qué es lo que sugiere el libro y si ello coincide con el método elegido. “Para el que lo propuso es muy motivador”, indica la maestra Aurora. En este esquema de Piensa Infinito puede verse la dinámica de una clase.
A lo largo de todo el proceso se fomenta la creatividad, la participación individual, el trabajo cooperativo, la toma de decisiones conjunta, la flexibilidad mental, la verbalización y la comunicación oral. Y los niños también aprenden a autorregularse, pues es imprescindible que respeten los tiempos de participación, escucha a sus compañeros, escucha al docente, trabajo individual, trabajo colectivo…
“En nuestro colegio hemos encontrado eso que buscábamos. Ahora vemos claramente que el alumno es el protagonista del aprendizaje y descubre él mismo las soluciones: cada uno por su cuenta, pero también trabajando de manera cooperativa”, señala Aurora.
Para diferentes capacidades
“Para un profesor es una pasada ver que cada niño llega al mismo sitio por su propia vía y de acuerdo a sus capacidades. No hay un camino único que o cogen o no cogen”, explica Enrique.
“Es mejor hacer un mismo problema de varias maneras que hacer varios problemas de la misma manera. El mundo es tan complejo, que no podemos enseñar a los niños que sólo hay una manera de hacer las cosas; no sólo sirve para las Matemáticas, sino para la vida en general”, sopesa Aurora.
Su colegio valora, además, la práctica de un aprendizaje en espiral que contribuye a afianzar lo aprendido: “Lo que aprendes hoy siempre parte de lo anterior; no se salta de una cosa a otra; y la espiral se va ampliando”.
Los dos maestros –uno de pública, otra de concertada– coinciden en otro síntoma del cambio que genera el método: los niños hablan de Matemáticas y hablan con entusiasmo.
En opinión de Aurora, Piensa Infinito es un método que facilita la inclusión, pues “permite que el niño que es distinto en su procesamiento de la información se sienta más integrado”. Lo respalda plenamente Enrique Pancho.
Formación y acompañamiento de SM
Al principio de su implantación, el método Singapur hace ir con la lengua fuera al profesorado, explica el jefe de estudios del Gabriela Mistral. Es importante seguir la planificación que marca SM, que ha trabajado durante dos años en el desarrollo del método para España de la mano de los investigadores de la Universidad de Alcalá de Henares. Si bien el avance es lento al principio, cuando comienza a coger velocidad, lo hace sin que nadie se quede atrás.
Cada colegio puede decidir su propia dinámica de implantación del método y SM acompaña a cada centro en las necesidades que éste les plantea y de acuerdo a sus peculiaridades: por ejemplo, en función de la cantidad y la variedad de alumnado con necesidades específicas de aprendizaje. La casuística es variada.
Gestión del aula sistemática
Pero Piensa Infinito no se agota en el cálculo y en los problemas. La última fase de cada sesión está dedicada a la interiorización de los procesos aprendidos a través de la creatividad: el niño debe completar su llamado “diario de aprendizaje” expresando lo que cree que ha aprendido.
A veces, esta última fase se deja para casa, pues el tiempo reglado de las clases apenas deja tiempo para esta última tarea, que, en cualquier caso, es más individual y libre.
Como el debate, la participación y la puesta en común centran cada sesión de Matemáticas, el método “requiere una gestión del aula muy sistemática”, cuenta Aurora. “Hay que gestionar muy bien los tiempos y también el ruido que se genera en la clase con el trabajo cooperativo”. “El profesor tiene que saber que esto va a ser así: hay ruido y tiene que gestionarlo, y los alumnos tienen que acostumbrarse a que hablan cuando toca hablar y escuchan cuando toca escuchar”, añade Enrique.
¿Y los padres?
Una vez que los profesores han sido formados, el reto para el colegio son los padres, para los que, al principio, es difícil comprender la manera en la que sus hijos aprenden, sobre si tienen hijos mayores que aprendido ‘a la manera tradicional’
“Es fundamental explicárselo bien a los padres para que se sientan seguros” , explica Aurora. “Sobre todo hay que ser pacientes con los padres de niños mayores”. “Cuando ven que sus hijos están felices, que cambian su actitud hacia las Matemáticas, se sienten más confiados y entusiastas”. “Hijos felices, padres felices”, resume la maestra.