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La evaluación a debate: ¿qué?, ¿cómo?, ¿para qué?

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Asistimos al debate organizado por la asociación Educación Abierta sobre la evaluación educativa, espina dorsal del sistema educativo y, por extensión, del modelo de sociedad que promueve

La palabra “evaluación” puede leerse unas 200 veces en nuestra legislación educativa estatal. En el 60% de los casos apela a la evaluación individualizada del alumnado. El resto se refiere a la evaluación del profesorado (más bien, de la función pública docente), de los directores y del sistema educativo.

Sin embargo, en el imaginario colectivo la figura de la evaluación sólo se percibe con nitidez en su aplicación sobre el alumno, con unos estándares revestidos de objetividad que marcan el camino de la EVAU para entrar en la Universidad.

En cuanto a la evaluación del sistema, sólo en los últimos años ha empezado a perfilarse gracias al informe PISA; no porque nuestro sistema haya promovido mecanismos propios de autoevaluación con continuidad y proyección hacia la sociedad pese a ser ése el mandato de las últimas leyes educativas.

“PISA hace lo que no somos capaces de hacer nosotros. Hemos tenido tantas leyes que no podemos analizar nuestra evolución. Con PISA sí podemos”. Estas palabras son de Carmen Tovar, directora del Instituto Nacional de Evaluación Educativa del Ministerio de Educación. Con ellas quiso romper una lanza a favor del informe PISA durante la jornada de debate que, bajo el título ‘Lo que PISA no ve’, organizó la asociación Educación Abierta el 11 de mayo en Madrid.

Un centenar de personas vinculadas al sistema educativo –docentes, directores y formadores de profesores en su mayoría– se reunieron para analizar, desde distintos puntos de vista, la evaluación en nuestro sistema educativo, así como el papel trascendental que desempeña en la educación y, en consecuencia, en el modelo de sociedad que tenemos y en el que queremos.

Educación Abierta planteaba la siguiente premisa para abrir el debate:

La evaluación aparenta basarse en unos criterios objetivos e inalterables, pero la sostiene una base de valores subjetivos sobre los fines que la sociedad –la de cada país y la global– da a la educación.

Ésta es otra de las siete mesas de discusión que se conformaron el pasado 11 de mayo en Madrid. Entre los participantes puede verse a Mariano Fernández Enguita de la UCM.

Ésta es otra de las siete mesas de discusión que se conformaron el pasado 11 de mayo en Madrid. Entre los participantes puede verse a Mariano Fernández Enguita de la UCM.

¿Qué sociedad queremos?

En palabras de Carlos Magro, vicepresidente de Educación Abierta, “hablar de evaluación es una buena manera de hablar de la sociedad que queremos, de los fines que queremos lograr con la educación. Una vez que te preguntas por los fines, todo lo demás va detrás”. Es decir, el currículo, la organización del sistema, del colegio y del tiempo lectivo; la formación del profesorado, las estrategias y los métodos para enseñar… “Cambiar lo que somos pasaría por cambiar la evaluación en distintos planos”, señala convencido.

Además de centrarse en las implicaciones que tiene la evaluación, tal y como está planteada en nuestra legislación educativa, Educación Abierta quería poner sobre la mesa en qué medida beneficia o perjudica el informe trianual de la OCDE a la educación y al trabajo docente.

¿Vivimos una fiebre internacional de evaluación educativa que no está poniendo el foco en lo realmente importante? ¿Cómo está afectando a la educación el enfoque economicista y laboral de la OCDE, responsable de PISA? ¿Debe esta organización entrar a valorar soft skills como la creatividad?

En opinión de Mariano Fernández Enguita, presente en la jornada, “la fobia a PISA es una fobia a la rendición de cuentas, a que nos miren”. Otra cosa es para qué se utilice políticamente PISA. En España llegó a justificar una nueva ley educativa, la LOMCE.

«La cuestión es qué decisiones tomo con lo que mido», resume Carmen Pellicer, que participó en el debate colectivo de Educación Abierta.

¿Qué? ¿Cómo? ¿Para qué?

Y, si la sociedad cambia y las nuevas generaciones también, ¿por qué la evaluación se rige siempre por los mismos principios? ¿Y por qué en la evaluación del alumno se excluye al alumno? ¿Acaso no es él el protagonista y responsable de su aprendizaje?

Éstas fueron algunas de las cuestiones que plantearon Flor Cabrera, catedrática de la Universidad de Barcelona, y Javier Cortés, profesor y orientador, llamados a encender la chispa de la discusión entre el centenar de participantes.

Más cuestiones: ¿Existe realmente la evaluación por competencias? ¿Qué competencias deberían evaluarse?, ¿y cómo?, ¿y por qué?, ¿y para qué?

¿Estamos evaluando en España lo importante? ¿Evaluamos pensando en el mercado laboral? ¿Evaluamos para libertad y para la convivencia? Por otro lado, ¿le estamos dando una utilidad inteligente a la evaluación? ¿Está sirviendo para mejorar el trabajo del centro? ¿Puede mejorar la sociedad que tenemos?

En función de estas cuestiones se constituyeron siete mesas de discusión por las que fueron rotando los participantes con un mismo cometido en todas ellas: reflexionar y hacerse preguntas.

Centenares de post-its se pegaron en mesas, murales, pizarras y ventanas. Todos llenos de interrogantes:

  •  ¿La evaluación condiciona el currículum? ¿O es al revés?
  • ¿Realmente evaluamos?, ¿o sólo calificamos?
  • ¿Por qué a la evaluación se le escapan los aspectos que, a la larga, son más importantes en la vida de una persona?
  • ¿Pueden y deben evaluarse las soft skills? ¿A partir de qué edad? ¿Sabemos para qué evaluamos? Una vez sepamos para qué, ¿cómo se articula la evaluación en torno a los fines?
  • ¿Sabe el alumno para qué se le evalúa? ¿Por qué le interesa más lo que entra en el examen que para que sirve lo que se le enseña?
  • ¿Es la evaluación un derecho en tanto que es una herramienta de mejora?
  • ¿Qué debemos evaluar si queremos transformar la práctica educativa y el centro educativo? ¿Cómo evaluar al docente? ¿Cómo pueden participar los alumnos en la evaluación del profesorado y del centro?
  • ¿La evaluación mata la diversidad?
  • ¿Evaluamos para certificar?, ¿o para aprender?
  • ¿La evaluación sirve para empoderar a la persona evaluada?, ¿o para someterla? ¿Por qué esa connotación de superioridad en la evaluación y en los agentes que evalúan?

…Y muchas más.

Como en un fractal, cada pregunta llevaba a otras, y éstas a otras… La reflexión se antojaba interminable. Y ahí es donde reside el reto que Educación Abierta se ha marcado: integrar y organizar todo el material, desgranar las preguntas clave con sus correspondientes epígrafes, y después desarrollarlas con la colaboración de expertos e instituciones.

Al igual que hicieron durante dos años con el proceso Calmar la Educación, cuyo resultado presentaron en octubre de 2018.

Todos Educamos

El análisis sobre la evaluación forma parte de un proceso más amplio llamado Todos Educamos, en el que Educación Abierta ha empezado a trabajar. Ha identificado cinco ideas que pueden contribuir a la transformación educativa:

  1. Los datos en la educación (cuyo debate inicial se celebró en febrero)
  2. La evaluación (recién comenzado).
  3. Emprendimiento y responsabilidad social.
  4. Inclusión para la convivencia.
  5. Fronteras y autogobierno en los centros.
    Los moderadores de cada mesa de discusión presentaron las conclusiones al término de la sesión.

    Los moderadores de cada mesa de discusión presentaron las conclusiones al término de la sesión.

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