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Las ciencias en la escuela: un «salto de conocimiento» necesario para el futuro ‘STEM’

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  • Hablamos con los responsables del programa del El CSIC en la Escuela y con la científica María Josefa Yzuel sobre la importancia de mejorar la cultura científica de la sociedad y de las nuevas generaciones, y sobre el papel crucial de la escuela y los docentes
  • El último informe anual de la Conferencia de Rectores Universitarios (CRUE) alerta sobre la baja matriculación en carreras STEM en comparación con la media europea y los países más competitivos de la UE
  • La manera en que los maestros y profesores enseñan la ciencia a alumnos y alumnas es clave para entenderla, sembrar el gusto por ella y encender vocaciones científicas, en caída libre pese a la necesidad que la sociedad tiene de ellas.

La información es estática. El conocimiento es dinámico: se retroalimenta, se hace preguntas, duda, busca caminos, cambia de modelo, se comparte, se topa con muros y los supera, se supera a sí mismo. Nunca está quieto. ¿Son las escuelas motores de conocimiento?, ¿o conservan su antiguo rol de transmisoras de información?

Son preguntas inevitables que surgen cuando hablamos con José María López Sáncho, físico del CSIC y director del programa El CSIC en la Escuela, de la enseñanza de las ciencias a niños y niñas, de cómo conseguir que conecten y confronten la ciencia con el mundo que conocen, generen sus propias preguntas y busquen sus explicaciones. Porque no es lo mismo enseñar la ciencia como conocimiento científico –vivo, autocuestionándose y evolucionando permanentemente– que como información enlatada –hechos consumados e inalterables–. Lo primero invita a participar de la ciencia; lo segundo demanda un consumo pasivo. López Sancho explica con claridad y precisión la trascendencia que esa diferenciación tiene para el futuro de las nuevas generaciones y de un país.

Es el punto de partida del programa El CSIC en la Escuela que lleva 25 años enseñando a los maestros de Infantil y Primaria (de España y de otros seis países europeos) a enseñar las ciencias a niños y niñas. Porque en manos de los docentes está que sus alumnos desarrollen el gusto por la ciencia y sean motores de conocimiento, factores clave para encender las vocaciones científicas, tan necesarias en la sociedad del conocimiento y la tecnología.

El último informe anual de la Conferencia de Rectores Universitarios (CRUE) alerta sobre la baja matriculación en carreras STEM en comparación con la media europea y los países más competitivos de la UE y advierte de que «la presencia en la sociedad de personas con formación universitaria en estas disciplinas supone una garantía para poder asegurar su bienestar» y «es responsabilidad de las autoridades educativas facilitar que la matriculación y la titulación en dichas carreras «estén alineadas con las necesidades que manifieste el tejido productivo». Por ello hemos buscado a quien mejor nos puede hablar del papel clave que tiene la enseñanza de las ciencias en la etapa escolar, antes de tomar las decisiones de futuro.

“La ciencia está en constante evolución y revolución. Nunca puede darse una foto fija”, apunta José María López Sancho. “Para entender qué es hay que saber cómo se construye el conocimiento científico, y el conocimiento científico está en el científico y en cómo trabaja”. Hay que empezar por eso para llegar después a los contenidos, las leyes, las fórmulas, los experimentos… todo eso que viene programado en los libros y fragmentado en unidades.

“Cuando el maestro consigue que el niño se haga preguntas e investigue es cuando están haciendo ciencia”, precisa a su lado María José Gómez Díaz, coordinadora de El CSIC en la Escuela desde hace 19 años.

“Tenemos que conseguir que los niños y las niñas den ese salto de conocimiento. Si un niño no ha oído hablar de ciencia a los 7 u 8 años y no ha tenido curiosidad científica por algo, es muy probable que quede excluida de sus futuras elecciones», lamenta López Sancho.

“Hay que enseñarles a manejar un mundo que no ven: de ondas, partículas, moléculas, electrones, protones…”, apunta. Y en un abrir y cerrar de ojos nos enseña los paramecios que hay en una gota de líquido de aceitunas gracias a un puntero láser que la atraviesa, y cómo da vueltas un alambre enganchado al polo de una pila. ¿Qué ocurre y por qué? Así es cómo El CSIC en la Escuela enseña a plantearse las clases de ciencias a los docentes.

Una alumna del colegio Colegio Clara Campoamor, de Bormujos (Sevilla), explica por qué el guante se llena de aire en una cubeta de agua durante el VIII Encuentro Científico de El CSIC en la Escuela.

Una alumna del colegio Colegio Clara Campoamor, de Bormujos (Sevilla), explica por qué el guante se llena de aire en una cubeta de agua durante el VIII Encuentro Científico de El CSIC en la Escuela.

“Pero para que los niños y niñas lleguen a dar ese salto, primero deben darlo los maestros”, añade María José. “No puedo enseñar lo que no conozco, ni mucho menos suscitar interés sobre ello”.

Quienes enseñan a los maestros son científicos del CSIC, y de las sinergias entre unos y otros es de donde sale la energía que ha mantenido vivo este programa durante 25 años, le ha hecho traspasar fronteras y le ha hecho ganar un Premio Nacional de Educación. Es un camino de ida y vuelta, porque los científicos también aprenden a suscitar el interés en la ciencia de quienes son profanos en la materia, a pensar en cómo hacer llegar su trabajo a la sociedad. Y los profesores dicen “por fin entiendo algo y sé enseñarlo”.

De la conversación con estos dos veteranos profesores de profesores, salen otros consejos para los docentes interesados en llevar al aula la naturaleza de la ciencia:

  • La premisa adecuada
    El mejor punto de partida es una demostración y preguntar ¿qué ha pasado? y ¿por qué? La respuesta será: “Hay que investigar”.
  • La respuesta adecuada
    Si el profesor no tiene respuesta a una pregunta de los alumnos, su respuesta no ha de ser “eso no toca ahora” o “ya lo daremos”, sino “habrá que investigarlo” o “lo tengo que investigar”.
  • Flexibilidad y adaptación
    Conviene interiorizar tres formas diferentes de explicar un fenómeno científico, de acuerdo a los diferentes niveles de los estudiantes, o de su curiosidad.
  • Los experimentos, con sentido.
    “La ciencia no es espectáculo; es humildad”, advierte María José Gómez, que prefiere pedir cautela con la tendencia extendida a mostrar vídeos de YouTube con todo tipo de experimentos y a la «banalización» de la experimentación que hacen algunos programas de TV. «El experimento por el experimento no sirve para nada. Se hace por un motivo concreto, el científico llega a él porque duda y tiene que preguntar a la Naturaleza; es un paso más dentro de su trabajo». «Es importante que los niños entiendan eso y lleguen a la experimentación por si solos, porque se hagan preguntas», añade.
  • Física no es sólo matemáticas.
    Y cuando, más adelante, empiecen a estudiar Física, cuidado con vincularla sólo a las matemáticas. “Se nos olvida la importancia de interiorizar antes el concepto cualitativo de cualquier principio”, advierte López Sancho. “Con la formulación matemática, el niño tiende a desconectar, sobre todo si no se le han dado bien las matemáticas hasta ese momento. Con lo segundo no, porque entiende, razona, lo contrasta con la realidad y se hace nuevas preguntas”.
Las carencias en Secundaria

Y así llegamos a Secundaria, con su Física, su Química, su Biología…

La física María Josefa Yzuel, profesora emérita de la Universidad Autónoma de Barcelona y referente nacional e internacional en el campo de la Óptica (es decir, de la luz) también coincide en el efecto disuasorio que tienen las matemáticas en el gusto de los jóvenes por las ciencias, sobre todo de las chicas, más autoexigentes y con una autopercepción más baja del rendimiento matemático.

También incide en el factor determinante de la curiosidad de chicos y chicas como motor de interés científico y llama la atención sobre cómo se olvida eso en la Secundaria. “El profesorado debe ser capaz de alimentar la curiosidad y las preguntas en la adolescencia, que es donde eso es precisamente más difícil”, apunta Yzuel, que fue la primera catedrática de Óptica en España.

Para ello, considera fundamental dos cosas:

  • La formación y la actualización de conocimiento del profesorado de Ciencias –porque “la ciencia está en permanente evolución”– y el papel de aliados que deben desempeñar las universidades.

En este sentido, recuerda cómo en los años 90, cuando empezó a caer el número de matriculados en Física, su universidad se puso las pilas para acercar la Física universitaria a institutos y colegios con ‘Los sábados de la Física’, un programa de conferencias y visitas a los laboratorios de la Facultad destinado a estudiantes y docentes de Bachillerato (aún vigente) en los que «los profesores muestran mucho interés”. “Es bueno darles esa conexión con la universidad y darles facilidades de aumentar su formación científica”, subraya. «Si falla el apoyo al profesor, falla el profesor”.

  • Que Física y Química no sean impartidas por el mismo profesor. “Es importante que el profesor de Física tenga gusto por la Física y el de Química por la Química. Ese gusto se nota en la base que tienen y en cómo enseñan, y se traduce en las mayores o menores ganas de sus alumnos respecto a esas materias”. Para María Josefa Yzuel, ese matiz “puede estar causando que se pierdan vocaciones y talentos”.

Mejorar la cultura científica

Pero si hay algo que le preocupe especialmente tanto a María Josefa Yzuel como a José María López Sancho y a María José Gómez es la falta de cultura científica de la sociedad y su tradicional alejamiento de lo que damos en llamar “cultura” o “cultura general”. Un déficit al que, en su opinión, habría que dar prioridad desde la política y desde los medios de comunicación, máxime cuando tenemos una vida cada vez más dependiente de la tecnología digital que, a su vez, bebe de la ciencia.

“La historia más reciente nos demuestra que el país que confía en la ciencia cambia en dos generaciones”, observa el profesor López Sancho.

“No puede ser que yo utilice un móvil y no me interese saber cómo se ha hecho o cómo funciona”, señala María Josefa Yzuel, que lanza la siguiente advertencia: “Todos los chicos y chicas que hoy están en la escuela van a generar información cuántica y a depender de ella. Es importante que entiendan qué es. Es la mejor manera de estar preparados para usar una tecnología”.

“Es importante crear en la sociedad un aprecio por la ciencia y sus avances. Mostrar que esto ayuda a la Humanidad contribuye a atraer más talento para la ciencia. Por el contrario, el desconocimiento puede llevar al desprecio o a infravalorar”, lamenta Yzuel, una de las científicas españolas más preocupadas por acercar la divulgación científica a la sociedad y, en especial, a las niñas y adolescentes [participó recientemente en el proyecto ‘¿Por qué tan pocas?’, del que también hablamos en Actualidad Docente].


En Actualidad Docente hemos abordado en diferentes ocasiones la falta de vocaciones científicas y tecnológicas, en especial entre las chicas, y la importante labor de la escuela en la mejora de ese problema crucial para nuestra sociedad y nuestra economía. A continuación enlazamos algunas de esas informaciones:

Brecha de género STEM: datos, causas y el papel de la escuela

¿Qué hacer para aumentar el interés de las chicas por la Ciencia y la Tecnología?

Somos Científicos: la divulgación científica de tú a tú para estimular vocaciones STEM

El CSIC en la Escuela: semillas plantadas hoy para la Ciencia de mañana

Las chicas son guerreras… e ingenieras, científicas, tecnólogas, matemáticas…

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