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El filósofo y pedagogo compartió una comida-coloquio con los asistentes al Congreso de CECE y abogó por la práctica reflexiva de los docentes, por que el «sentir» no desplace al «pensar», ni las «pretensiones estratosféricas» a los hechos y los resultados. También señaló los aspectos que considera positivos en la LOMLOE si se llevan a cabo.
No almuerza uno con Gregorio Luri todos los días, pero los asistentes al 48º Congreso de CECE comieron en su compañía en la segunda jornada del congreso, el pasado 23 de octubre en Madrid. Las periodistas especializadas en educación Olga Rodríguez Sanmartín (El Mundo) y Rocío Ruiz (La Razón), y los propios congresistas, plantearon diversas preguntas al filósofo y pedagogo, autor de los recientes ‘La escuela no es un parque de atracciones’ y ‘La mermelada sentimental’.
Luri advirtió de la «anarquía metodológica en las aulas», donde «nos encontramos que los de 3ºA están trabajando de manera diferente a los de 3ºB y seguramente con ninguna continuidad con la manera de trabajar del curso siguiente». También de cómo el sentir se está apoderando del pensar en la escuela: «Parece que vale con tener buenos sentimientos y buenas intenciones», dijo.
Por eso, «todos los proyectos son de una altura estratosférica» y «se nos valora más por las pretensiones que por los resultados» cuando, en realidad, «nuestro proyecto educativo se ve en los actos de nuestros alumnos, no en sus pretensiones».
También llamó a la prudencia con respecto al boom de las evidencias porque «ahí cabe todo» y a veces los estudios, en función de adónde estén enfocados, puede demostrar una cosa y la contraria. Por encima de todo, defendió el conocimiento que cada docente tiene de sus alumnos, y la práctica reflexiva no en solitario, sino con los compañeros. De hecho, remarcó el aprendizaje que puede proporcionar observar a otro compañero y dejarse observar por él en el aula.
Respecto a la profesión docente, Luri pidió confianza para los profesores, aunque también puso el dedo en la yaga al señalar que «es muy difícil identificar al mal profesor y al bueno» y que en España, a diferencia de otros países, «los profesores quemados no abandonan». Y también puso de relevancia que «el elemento más decisivo en el ejercicio de la profesión «no es la formación, ni los cursos, ni «nada que dependa del dinero», sino el modelo del que ha sido el mejor profesor para cada uno en su vida.
Cosas positivas de la LOMLOE
El autor de La escuela no es un parque de atracciones también respondió a algunas preguntas sobre la LOMLOE, cuyo «redactado es insufrible», señaló. No todo de la nueva ley le disgusta. Por ejemplo, le gusta que diferencie entre sistema educativo y «sistema escolar», puesto que «la escuela va reduciendo su peso en la educación» y se puede comprobar en la cantidad de refuerzos y actividades extraescolares con los que las familias complementan la actividad escolar.
También le parece bien que la ley y su currículo hagan explícito el temor a las Matemáticas y el intento por neutralizarlo; y que impulse un registro de buenas prácticas escolares, así como una mayor conexión con la investigación y la práctica de aula. En este sentido, observó la necesidad de que no sólo la escuela conozca la investigación, sino que los investigadores conozcan lo que se hace en las aulas.
Luri valora positivamente que se introduzca la figura del profesor visitante y su promueva la movilidad del profesorado para conocer lo que se hace en otros centros diferentes al suyo. Y saludó que la ley siga garantizar «un dominio pleno de la lengua castellana», si bien cuestionó que pueda garantizarse en la práctica dado que la ley no explicita «qué es un dominio pleno».
Preguntado por el énfasis puesto en la igualdad de genero en el nuevo currículo, Luri advirtió de que debemos tener cuidado porque «a veces reforzamos las suspicacias sobre aquello en lo que enfatizamos» y cuando metemos algo «en la retórica escolar» y académica, se puede producir un efecto de «desconexión con la vida real».
Gregorio Luri también advirtió de las generalizaciones que vinculan pobreza con peores resultados educativos. «En todos los niveles socioeconómicos hay centros que rinden más de lo esperado y menos de lo esperado», dijo, apelando a los estudios que lo han demostrado. «La pobreza condiciona, pero no determina».