ACTUALIDAD DOCENTE

Información y reflexión sobre educación.

  Una publicación de

Alfonso Aguiló: «La mejora educativa se promueve con una cultura de la colaboración, no con una dialéctica de batalla»

Google+ Pinterest LinkedIn Tumblr +

El presidente de CECE hace balance de un curso escolar intenso, protagonizado por la pandemia, pero también por una política educativa basada en la confrontación: con la educación concertada, con la educación especial, con los centros de educación infantil de iniciativa privada, con la asignatura de Religión, con el derecho de las familias a elegir colegio… “Afortunadamente la educación puede sobrevivir a los errores legislativos”, incide Alfonso Aguiló. Pero «hay que estar atentos a que no se discrimine a nadie», tanto en los desarrollos autonómicos de la LOMLOE como en el acceso a fondos públicos y europeos dedicados a la recuperación y la mejora de la educación. «Nosotros –subraya– no buscamos privilegios; buscamos que no se discrimine».

Al margen de la política, repasamos con él lo que de verdad ha impactado en las aulas este curso: el Covid-19. Aguiló destaca la disciplina del alumnado con las restricciones, el esfuerzo y el compromiso de toda la comunidad educativa, y la actitud proactiva de los centros (al menos los vinculados a CECE) por encima de la queja. «El desafío educativo de la pandemia no ha sido tanto tecnológico como de actitud», señala. Y para el curso que viene una de las lecciones aprendidas de éste es que «disminuir el número de alumnos por aula ha supuesto un gran coste y apenas ha reducido los niveles de riesgo», así que «si aumenta la financiación para educación, sería más útil dedicarla a orientación, refuerzo, detección temprana de problemas, y a mejorar el sistema de sustituciones».

Pregunta.– Este curso ha representado un desafío sin precedentes para los centros educativos y para todos los miembros de la comunidad educativa. Un desafío que se presentaba casi como imposible y que ha sido superado con nota. ¿Qué destacaría usted de todo ello?
Respuesta.–
El esfuerzo de toda la comunidad educativa. Hay que reconocer el esfuerzo y el compromiso de los profesores, de las familias y, muy especialmente, de los alumnos, que han llevado las restricciones con una disciplina que hay que resaltar. Gracias a todo ello, los colegios han sido uno de los ámbitos más seguros en todo este periodo de pandemia. Ha habido unas ratios muy bajas de confinamientos en las escuelas, y eso ha supuesto un enorme alivio para todos. Y se ha demostrado que las restricciones eran suficientes y que se han aplicado con rigor.

P.– ¿Y en lo educativo qué destacaría?
R.– Destacaría que la adaptación a la enseñanza online fue muy rápida, que se hizo bien y que se demostró la gran capacidad de reacción de la comunidad educativa. Al principio se habló mucho de la falta de medios materiales, pero enseguida se puso de manifiesto que no era tanto un problema de medios como de actitud.

P.– En el ámbito de la toma de decisiones, en los equipos directivos, ¿qué destacaría? Porque han tenido que hacer la cuadratura del círculo casi cada día…
R.– En general la respuesta ha sido muy buena, pero también ha habido algunos que se han centrado mucho en la queja y el lamento, y quizá esas energías habrían estado mejor empleadas en buscar soluciones. Respecto a los centros asociados a CECE mi valoración es muy positiva: todas las personas, de la primera a la última, se han remangado para dar un mejor servicio a pesar de la situación.

P.– ¿Qué aprendizajes nos llevamos para aplicar el curso próximo, teniendo en cuenta que las aulas van a estar sujetas aún a restricciones?
R.– Pienso que disminuir el número de alumnos por aula ha supuesto un gran coste y apenas ha reducido los niveles de riesgo. En mi opinión, se podrían haber dedicado esos recursos a facilitar las sustituciones de los profesores que estaban enfermos o confinados, o a facilitar mejores medios materiales. Si aumenta la financiación para educación, sería más útil dedicarla a mejorar la orientación, el refuerzo, la detección temprana de problemas, y a mejorar el sistema de sustituciones. Creo que eso cuesta menos dinero que bajar las ratios y es más prioritario.

P.– El estudio SELFIE de la Comisión Europea puso de manifiesto una mejor capacidad digital de los centros privados y concertados justo antes de que comenzara la pandemia. ¿Cree que esa ‘ventaja digital’ se tradujo en un mejor abordaje de los desafíos educativos impuestos por la pandemia y en un freno del impacto en el alumnado?
R.– El desafío no ha sido tanto tecnológico como de actitud. La mayoría de las herramientas digitales en educación son gratuitas. Tener mejor o peor tecnología no fue el principal obstáculo para sacar la educación adelante. Fue más importante la voluntad de buscar rápidamente soluciones, de ingeniárselas para encontrarlas, ponerlas en práctica y alinearse todos con ellas. Hay millones de alumnos y decenas de miles de profesores que jamás habían hecho uso de las videollamadas y que, en pocos días, en aquel mes de marzo de 2020, las convirtieron en habituales; no requirieron un gran aprendizaje. Otra cosa era disponer en casa de un terminal adecuado, que en algunas familias fue un verdadero problema para el que no estaban preparados, pero en esos casos muchos colegios lo detectaron rápidamente y se las ingeniaron para atajar ese problema.

P.– Se han dado clases en salones de actos, en patios y, por supuesto, en las casas. ¿Se abre una puerta al replanteamiento de espacios educativos aprovechando el mayor uso de la tecnología digital?
R.–
Estoy seguro de que algunos de los cambios que ha traído la pandemia han llegado para quedarse. Pienso, sobre todo, en las reuniones online de profesores y con las familias, en las tutorías con los padres o con los propios alumnos, en la comunicación con otros centros o instituciones… Pero lo que son las clases, la vida escolar, eso no cambiará mucho. Hay una experiencia totalmente universal, de muchísimos años, sobre el valor formativo de la escuela tal como la conocemos. Seguro que se harán muchas cosas, y muy creativas, pero el valor de la clase como grupo de alumnos con un profesor, se mantendrá con rotundidad; no va a desaparecer porque haya tabletas. Respecto al uso de espacios en la escuela, me gustaría que se flexibilizara la normativa porque ahora mismo es muy estricta respecto al cumplimiento de los metros cuadrados exactos y el número de alumnos que caben…

La LOMLOE, la concertada, la pluralidad

P.– En lo educativo, ¿qué le parece la nueva ley, la LOMLOE?
R.– Creo que aporta poco desde el punto de vista educativo. Se han centrado en unas batallas ideológicas que responden sobre todo a imposiciones de sus socios de gobierno. Tienen poco que ver con las anteriores leyes pactadas entre el PSOE y CiU, que nunca cayeron en esto.

P.– Y de lo que se sabe hasta ahora, ¿qué opinión le suscita la nueva reforma curricular?
R.–
Lo recibo con respeto y con interés, pero lo más sustancial para mejorar la educación no son esos cambios curriculares. Lo sustancial es lograr una dinámica y un compromiso constantes de mejora en las escuelas. La magia de la educación no reside en si el currículum tiene una cosa más o una cosa menos.

P.– ¿Y dónde está la magia de la educación?
R.–
Es un intangible muy difícil de aterrizar. Pero, desde luego, la forma de promoverla no es la polarización ni la ideologización, ni la discriminación de determinados colectivos. Una parte muy importante reside en la cultura de colaboración; eso es algo que tiene que estar en el aula, entre los alumnos; en la escuela, entre los docentes; entre la familia y la escuela, entre las escuelas, entre los territorios, entre las instituciones públicas y los agentes educativos, entre patronales y sindicatos… La magia de la educación está en que cada uno mire por el conjunto y no sólo en sus intereses. Y mirando por el conjunto es como se consigue que una realidad compleja mejore. Se trata de hacer una sinfonía, no una batalla. Por eso, que se haya renunciado tan pronto al consenso y a que haya mejor entendimiento, y que se haya planteado esa dialéctica de batalla, me parece un error gordo.

P.– ¿Y eso afecta al día a día en el aula?
R.– Afortunadamente la educación puede sobrevivir a muchos errores legislativos y de las administraciones. Cuando un profesor entra en el aula las leyes influyen muy poco. La dinámica de aprendizaje, de colaboración, de innovación, de deseo de saber, de análisis crítico que un docente lleva a su aula puede estar en las leyes, pero no lo generan las leyes. Lo que pueden hacer las leyes y los políticos es crear un marco para que eso crezca; igual que para que crezca una planta, hay que crear un ecosistema favorable, no tirar de las hojas. La energía está en las personas.

P.– Con la intensidad de la pandemia, y sobre todo con el golpe que supuso la tercera ola de Covid, parece que quedan muy lejos las movilizaciones de gran parte de la comunidad educativa contra la LOMLOE, así como todo el revuelo que levantó su rápido trámite y su aprobación, antes de Navidad. ¿Qué queda de todo aquello? ¿Hay iniciativas de Más Plurales en marcha?
R.–
Las movilizaciones fueron muy intensas y en todo el país, pese a estar efectivamente en un momento difícil por las restricciones. Una vez aprobada la LOMLOE, de una forma tan poco elegante, sin ninguna voluntad de consenso, desde Más Plurales hemos seguido trabajando, aunque en estos meses más en el ámbito jurídico y político. Hemos apoyado los recursos que se han puesto en el Tribunal Constitucional, hemos interpuesto recursos ante el Parlamento y la Comisión Europea, hemos tratado el desarrollo de los decretos y la implantación en las CCAA… Estamos muy atentos en las CCAA a que no haya nuevos atropellos.

P.– ¿A qué aspectos de la la gestión educativa autonómica hay que prestar especial atención?
R.–
Hay que estar atentos a que no se discrimine a nadie. Nosotros no buscamos privilegios; buscamos que no se discrimine. Que las familias puedan elegir, que todos sean iguales ante la ley. No es mucho pedir, francamente… Hay que vigilar los decretos de admisión, vigilar cómo funcionan los organismos que atienden la escolarización, la adjudicación y retirada de unidades concertadas, que el reparto y adjudicación de fondos se haga con equidad, y que la política de becas y ayudas alcance a todos y no sólo a los que eligen un tipo de enseñanza. Es una lucha por la equidad en la que todos deberíamos estar implicados. No puede buscarse la equidad sólo para los que eligen enseñanza pública; tendremos que buscar financiar debidamente a las familias que eligen escuela concertada, por ejemplo, con ayudas de comedor y transporte para quien las necesite, y mediante la financiación adecuada de la enseñanza. Si se discrimina a las familias, nos tendrán en frente con toda rotundidad. Por otro lado, discriminar injustamente a unos no ayuda a los otros. Yo entiendo que el Ministerio se preocupe de mejorar la enseñanza pública, pero no va a mejorar a base de maltratar a la concertada.

P.– Si algo ha conseguido el Ministerio hasta ahora ha sido para unir a la escuela concertada, a su profesorado y sus familias. ¿Cuál es su experiencia en ese sentido, como parte de la plataforma Más Plurales?
R.–
Lo que ha unido a la plataforma no ha sido tanto la propia plataforma, sino el ataque tan brutal a la pluralidad en la educación. Nos ha hecho unirnos a todos.

P.– Más Plurales emprendió varias acciones en instituciones europeas, pero no han dado el fruto deseado.
R.–
Se han hecho porque era una obligación poner todos los medios para intentar frenar semejante atropello. Sabíamos que no tenían demasiado recorrido, pero han servido para dejar claro ante la opinión pública española y europea que de nuevo estamos con una ley de educación sin consenso, cuando eso es lo que habían pedido a España repetidamente desde Bruselas.

P.– ¿Podemos esperar más movilizaciones de Más Plurales el próximo curso?
R.–
Quisiera que no hicieran falta, pero las habrá si vuelven a intentar atropellar los derechos de las familias.

P.– La LOMLOE prohíbe a los centros imponer aportaciones económicas a las familias de manera directa o indirecta y dice que las Administraciones lo vigilarán, pero también dice que “dotarán a los centros de los recursos necesarios para hacer efectiva la gratuidad de las enseñanzas”. ¿Cabe esperar algo respecto a la demanda histórica de adecuar la financiación del puesto escolar concertado?
R.– No deja de ser un brindis al sol. Llevamos muchos años con eso. Todos reconocen que la enseñanza concertada no recibe la financiación adecuada. Respecto a los mecanismos de control de las Administraciones, ya existen y funcionan bastante bien. Que el Gobierno ponga el acento en eso es demagogia. A estas alturas todo el mundo sabe que las cuotas voluntarias son voluntarias y que uno se puede quedar a comer o no, y se puede a apuntar a una actividad complementaria o no, y que ésta no puede tener carácter discriminatorio. La gente sabe cuáles son sus derechos y cada vez hay más transparencia.

P.– ¿Cuáles son los principales focos de preocupación de la LOMLOE a corto y a largo plazo?
R.– Los que llevamos diciendo siempre: el ataque a la educación especial, el ataque a la educación 0-3, el ataque a la educación diferenciada, el ataque a la demanda social, el modo de hacer la asignación de alumnos con la zonificación… Son cosas que se han hecho con miras cortas. Por suerte, a la velocidad que se suceden las leyes de educación, el efecto es más bien limitado. Es triste que todas las energías y el dinero se destinen a estas luchas tontas de patio de colegio, cuando podrían dedicarse a empeños de mucho más alcance, pero yo espero que algún día tengamos políticos a la altura de este desafío.

P.– ¿Le preocupa un mayor agravio a la asignatura de Religión en los desarrollos curriculares?
R.–
Tengo confianza en que se respete la asignatura de Religión en la escuela como se está respetando prácticamente en toda Europa. Es de democracias jóvenes no mirar el estatus que tiene la asignatura de Religión en democracias veteranas. En cualquier caso, no está bien aprovechar una mayoría parlamentaria ocasional para discriminar y perjudicar a un colectivo.

P.– ¿Le parece que esta ley amplía la autonomía de los centros de manera significativa?
R.–
Que los centros tengan margen para decidir un 10% de lo que enseñan está bien, pero no creo que sea un gran avance en materia de autonomía.

Inversión y recursos públicos

P.– Más allá de la LOMLOE, parece haber un empeño en legislar y gestionar partidas económicas de espaldas pensando sólo en la escuela pública y dando la espalda al alumnado de escuela concertada.
R.– Es un viejo atavismo restringir sólo a lo público cualquier ayuda para dar la idea de mayor equidad, cuando lo que se consigue es que haya mayor discriminación. La madurez de un país se nota, precisamente, cuando aumenta la iniciativa ciudadana y la información, la cultura y la educación no son monopolio de los poderes públicos. Cuando la población tiene iniciativa y no es sólo receptora de servicios pasamos a tener personas vivas que construyen la sociedad.

P.– Precisamente la iniciativa privada ha sido fundamental para mejorar las posibilidades de la población a la educación Infantil o a la Formación Profesional en los últimos años.
R.– Enfrentar a lo público y lo privado es ficticio y cainita, sobre todo cuando ellos mismos apelan a la cooperación público-privada donde les interesa, por ejemplo para la mejora de la formación práctica en FP. Está demostrado que la colaboración público-privada es buena para ambas esferas. Y en educación también: lo normal es que la iniciativa privada crezca y sea eficiente e innovadora, y que ello ayudará a mejorar la enseñanza pública y, a su vez, eso hará mejorar la iniciativa privada. Lo natural es que convivan las dos.

P.– En Educación Infantil la iniciativa ciudadana permitió escolarizar a muchos niños pequeños en las últimas décadas y la conciliación familiar y laboral de las mujeres, pero ahora es rechazada por los poderes públicos en las ayudas a la recuperación de la pandemia y el reparto de los fondos europeos para eso mismo. En el último año ha cerrado un 15% de las escuelas infantiles de iniciativa privada y nadie se ha inmutado. ¿Cabe alguna esperanza para el sector? Porque la caída de la natalidad tampoco ayuda.
R.– En primer lugar, utilizar los fondos europeos sólo para crear plazas de 0-3 públicas es una clara discriminación hacia quienes quieren plazas no públicas. Pero, además, hay miles de escuelas infantiles que están en situación crítica y sería un desastre que, en vez de ayudar a ocupar esas plazas libres, se construyan nuevas plazas con unos costes mucho mayores. Está bien crear plazas públicas si hacen falta, pero facilitar la pervivencia de las plazas ya existentes, que es mucho más barato, evitaría que muchas personas que han empleado todo su patrimonio, que han arriesgado muchísimo y que en su gran mayoría son mujeres, lo pierdan todo. Los poderes públicos no deben nacionalizar la educación infantil, deben facilitar que la gente pueda acudir a un régimen de gratuidad en la educación infantil de modo universal, con plazas públicas y también subvencionando plazas privadas que ya existen.

P.– ¿Y el principio de eficiencia en el uso de los recursos públicos?
R.– No les preocupa. Es una decisión ideológica. En este caso, además, es una partida de dinero europeo, que, si se emplea en la dirección equivocada, cuando se acabe, nos abocará a nuevos problemas. Es un desatino que deberían corregir a tiempo.

Comparte.