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El CSIC en la Escuela: semillas plantadas hoy para la Ciencia de mañana

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«Tenemos que llegar al ciudadano para que el ciudadano reclame que se le dé importancia a la Ciencia y que se la financie», subraya la directora del CSIC, Rosa Menéndez

Nos dedicamos a los maestros porque ellos tienen un efecto multiplicador», explica el creador de El CSIC en la Escuela

«Sin enseñanza no hay Ciencia», apunta la directora de El CSIC en la Escuela


“El CSIC en la escuela es lo mejor que me ha pasado en mi vida de maestra en cuestión de aprendizaje”. Maky Acosta Bono, del CEIP Clara Campoamor de Bormujos (Sevilla) está a punto de jubilarse, así que lleva una rica mochila de experiencias entre las que elegir. Hablamos con ella en el VIII Encuentro Científico entre niños, maestros e investigadores que organiza el CSIC cada año dentro de su exitoso programa El CSIC en la Escuela.

La maestra Maky Acosta y sus dos alumnos, del Colegio Clara Campoamor, de Bormujos (Sevilla), tras su exposición en el Encuentro Científico de El CSIC en la Escuela.

Dos de sus alumnas han expuesto los experimentos del proyecto Que corra el aire, junto a otros dos alumnos del CEIP Miguel Rueda, también de Sevilla. La soltura y la naturalidad con la que explican cuestiones de Física mientras soplan por una pajita entre dos latas de refresco, o mientras consiguen que un guante de goma se quede tieso al ponerlo sobre el agua, deja con la boca abierta al auditorio.

El resto de experimentos y proyectos presentados por alumnos de Primaria de otros 11 colegios suscita la misma expectación.

Son dos horas de exposiciones por parte de niños y niñas de entre 5 y 12 años y en el auditorio no se oye una mosca de lo atentos que están todos. Aplausos y risas, muchos, eso sí.

Detrás de las butacas y en los pasillos del graderío se acumulan cajas de cartón, esferas, plantas, cubetas de agua, matraces, botellas, espejos, punteros láser, circuitos y demás aparatos indescriptibles elaborados en las aulas.

Los temas abordados en los proyectos de este curso han sido: óptica, termodinámica, la Tierra en el Universo, gases, energías renovables, energía hidroeléctrica y magnetismo. Todas las exposiciones, de mayores y de pequeños, son para quitarse el sombrero. Hasta una se hace en inglés (de los centros Nuestra Señora de los Ángeles y San Juan Bautista de Murcia)

Dos alumnos del colegio Nuestra Señora de los Ángeles, de Murcia, explican en inglés los principios del magnetismo.

La maestra Maky Acosta define muy bien en qué consiste el programa CSIC en la Escuela. “Es entender por qué ocurren muchas cosas gracias a las explicaciones de los científicos del CSIC y de sus experimentos”. Esa comprensión y la emoción que suscitan los descubrimientos son trasladadas luego a los alumnos de una manera de natural.

El CSIC en la Escuela es un programa de alfabetización y divulgación científica para escolares de Infantil, Primaria y primer ciclo de Secundaria, pero que va dirigido a los maestros, a formar a los maestros. Cumple ya 18 años, depende de la Vicepresidencia Adjunta de Cultura Científica del CSIC y se basa en el trabajo conjunto de investigadores y docentes para que a los niños y niñas les llegue la esencia de la Ciencia: el Conocimiento (modelos y leyes) a través de la curiosidad, el planteamiento de interrogantes y la experimentación.

Nos dedicamos a los maestros porque ellos tienen un efecto multiplicador, no sólo en los niños, también sobre los padres”, señala el físico José María López Sancho, creador y director de El CSIC en la Escuela.

“Ciencia y enseñanza van de la mano”, incide María José Gómez, fundadora y coordinadora del programa. “Porque sin enseñanza no hay Ciencia”.

Para Rosa Menéndez, presidenta del CSIC desde noviembre de 2017 (la primera mujer que lo dirige), cada congreso anual de escolares “es un cántico a la esperanza”. “Ves que esos niños, que dentro de unos años van a llevar el timón, entienden la ciencia y la importancia de la ciencia y ves ese silencio, esa atención total escuchando a los demás cuando exponen lo suyo…”, describe con entusiasmo.

Esos niños serán ciudadanos dentro de poco y, según la directora del CSIC, “tenemos que llegar al ciudadano para que el ciudadano reclame que se le dé importancia a la Ciencia y que se la financie”. “La investigación en España no está valorada como para que haya una inversión significativa”, señala. “La gente en general no sabe qué es el CSIC”. Pero no sólo hace falta financiación. “Necesitamos un sistema más flexible, un control más ágil, que no entorpezca el trabajo de los investigadores”, subraya Rosa Menéndez.

Para eso, la Ciencia tiene que “ponerse en valor” en un país. Y eso es lo que persigue CSIC en la Escuela sembrando su semilla en los docentes para que éstos la siembren en los alumnos. Forman a 800 maestros al año, según López Sancho. “Y luego seguimos con ellos haciendo cosas”, asegura. Algunos de ellos llevan años participando con sus alumnos en el congreso escolar.

El origen de El CSIC en la Escuela se remonta al año 2000. “Vimos que había un déficit científico en los maestros y que las charlas normales y corrientes no repercutían en nada sobre los alumnos; no calaban”, explica el creador del programa. “Con lo que hacemos ahora conseguimos que los maestros se enganchen y, una vez que lo hacen, se lo trasladan a los niños”.

Ese efecto multiplicador de comprensión, de interés y de vocación es el que ha hecho al programa CSIC en la Escuela merecedor del Premio Nacional de Educación de 2016 al fomento de las vocaciones científicas, artísticas y humanística.

Pensar y hacerse preguntas

Foto de grupo con todos los participantes en el VIII Encuentro Científico de escolares, maestros e investigadores organizado por El CSIC en la Escuela. (Foto: CSIC)

“Estos niños y niñas entienden ciencia y leen ciencia”, destaca López Sancho mirando a todos los jóvenes científicos que corretean y juegan por el hall principal de la sede del CSIC al término del congreso. “Eso es alfabetización”, afirma.

“Aprenden a pensar de manera estructurada y es muy importante que aprendan la estructura del conocimiento porque estos niños van a tener que estudiar toda su vida”.

El creador de El CSIC en la Escuela pone el ejemplo de las pruebas PISA, que miden la competencia científica, “no ya como la capacidad para saber aplicar una teoría a un problema, sino la capacidad para decidir qué teoría (de las varias que puede haber) aplicas en cada caso concreto”.

“Si no te haces preguntas, no puedes tomar ese tipo de decisiones”, añade Martín Martínez, investigador del Instituto de Química Físcia Rocasolano (órgano del CSIC). “Si dejamos de hacernos preguntas, muere la Ciencia”, sentencia. De ahí, la importancia de este programa, ya que, según este investigador, “El CSIC en la Escuela sirve para que los niños aprendan a pensar”, “para que no dejen de hacerse preguntas”.

“Los niños entienden que experimentando dan respuesta a muchas preguntas”, avala Maky Acosta, la maestra sevillana. “Tienen interiorizado el método científico”. “Y podemos decir que en el cole tenemos cultura científica gracias al CSIC”, añade.

Dos alumnas de Infantil del colegio La Inmaculada, de Ponferrada, presentan su termoscopio y cómo funciona.

Luis Florián es también maestro de otro de los colegios participantes en el congreso: el Centro de Educación Obligatoria Coreses (Zamora). Cuenta cómo empezó asistiendo a un curso del CSIC en el Centro de Formación del Profesorado y cómo “nos fuimos enganchando los docentes”. “Todo era muy visual y manipulativo”, cuenta.

Asegura que ahora se hacen muchos más experimentos en su colegio que antes. “Antes se hacían los que propone el libro de texto”, cuenta. Los recursos con los que ahora cuentan son mucho mayores. En Coreses, cada curso eligen un tema científico para tratarlo a fondo, aparte de las enseñanzas curriculares; para ello incluso se hacen talleres por la tarde. Los docentes coinciden en que la formación que les da el CSIC es “una puerta abierta” a más recursos, más conocimiento, más experimentación.

Tres alumnas de Coreses, de 4º de Primaria, lo confirman. “Este año hemos hecho más experimentos que el año pasado”, dicen. Su favorito, el que han presentado en el congreso: la presa hidroeléctrica.

Objetivo europeo del CSIC

Pero en España no acaba El CSIC en la Escuela. Su éxito ha sido exportado a otros países europeos donde también se lleva a cabo bajo la supervisión del CSIC, explica María José Goméz, su directora.

Italia, Polonia, Letonia, Lituania y Estonia son los países en los que el CSIC, como coordinador del proyecto Erasmus+ Scientific Literacy, supervisa la formación de docentes a cargo de los científicos, elabora los materiales, así como una guía de buenas prácticas en la enseñanza de las Ciencias… También tiene una intensa actividad en República Dominicana.

En el fondo de todo este proyecto –explica su directora– está el intento del CSIC de promover la armonización de la enseñanza de las Ciencias (tanto su contenido como su didáctica) en toda la UE. “El nivel de profesores y alumnos es muy diferente de unos países a otros”, asegura María José Gómez.

Para conseguir esa homegeneización, el CSIC parte de otro desafío: que la Ciencia europea se incluya dentro de la denominada Herencia Cultural de Europa, ya que no forma parte de ella.

Y de lo global, vuelven a lo particular, que son esos niños y niñas que llegan a comprender la ciencia, que la ponen en valor; que la admiran incluso. Muchas de las exposiciones que los alumnos y alumnas hicieron la pasada semana en la sede del CSIC concluían con la exclamación: “¡Seguiremos investigando!”. Así sea.

Los responsables de El CSIC en la Escuela en el VIII Encuentro Científico. Entre ellos, la presidenta del CSIC, Rosa Menéndez (en el centro), los fundadores de El CSIC en la Escuela, José María López Sancho y María José Gómez Díaz (segundo y cuarta por la izquierda) y la vicepresidenta de Cultura Científica del CSIC Pilar Tigeras (primera por la izquierda). (Foto: CSIC)

 

 

 



 

 

 

 


El CSIC cuenta con numerosos recursos didácticos para Infantil, Primaria y el primer ciclo de Secundaria:

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