Consejos para profesores novatos
Pablo Gómez Sesé es profesor de Matemáticas e Informática, autor de El blog que te hará pensar y del libro Aventuras de un profesor novato, un compendio de anécdotas , sobre todo, consejos que a él le habría gustado recibir cuando se enfrentó por primera vez a una treintena de alumnos.
“Las aventuras de un profesor novato. Anécdotas, lecciones
y conflictos de mis primeros años en el cole”, de Pablo Gómez Sesé
Esfera de los libros. 232 páginas
Precio: 16,90 en papel, 5,99 en formato electrónico
Licenciado en Ingeniería Informática, comenzó a trabajar en una empresa de biometría cuya misión consistía en detectar personas a través del iris del ojo y de las venas de las manos, pero no le llenaba … y decidió hacerse profesor cursando el Máster de Profesorado en Secundaria y Bachillerato. Al empezar a dar clases se sintió solo, perdido y sin orientación: cómo controlar a 30 adolescentes, responder a sus contestaciones, hacer entretenida la clase, gestionar el estrés del día a día. Y de este vacío surgió la idea de escribir el libro Las Aventuras de un Profesor Novato. Anécdotas, lecciones y conflictos de mis primeros años en el cole, publicado en Esfera de los Libros.
Una de sus primeras conclusiones, tras la primera toma de contacto con las aulas es que “las tres cualidades más importantes de un buen profesor de Secundaria son ganas, ilusión y paciencia por estar y tratar con adolescentes”. “Hasta que no te ves delante de 30 adolescentes no sabes si vales o no para esto”, apunta.
Considera que el Máster del Profesorado no le dio “recursos ni herramientas para dar clase”: “Qué tenía que hacer exactamente cuándo entrara en la clase por primera vez, qué tenía que preparar, cómo lo tenía que hacer, cuántos ejercicios debía poner, cómo debía actuar si un niño me contestaba mal o hacía alguna gamberrada”….
Al final, concluye, “la formación que se da no es la adecuada para una profesión tan importante como ésta”.
Con este libro ha querido dar a otros profesores novatos lo que a él le habría gustado recibir cuando empezó: consejos basados en la experiencia.
Éstas son 10 de las 40 lecciones que aprendió durante sus primeros años como ‘profe’:
- Ir de ‘profe’ guay hará que te coman los alumnos. Entra duro y luego ve bajando el listón.
Tienes que entrar a lo sargento, sin pasar ni una. Serio, no simpático, no agradable, no divertido. Ya tendrás tiempo de divertirte con ellos, y mucho, si te haces con la clase. Ellos son adolescentes y te van a tantear. Te van a medir. Te van a calibrar. ¿Cómo? Pues viendo poco a poco lo que permites y lo que no permites en tu clase. Dónde están tus límites.
- “Es que con el antiguo profe …”, la gran coletilla que les sirve para todo.
Mi consejo es que primero te fijes en quién te lo dice. No es lo mismo que lo diga el alumno bueno, modelo y responsable, a que lo diga el cafre que nunca trae los ejercicios ni estudia apenas. Y tú mantente firme y no dudes. Si están en lo cierto, ya preguntarás a algún compañero si es verdad lo que dicen y tendrás tiempo para recular, pero cuanto menos te vean dudar y más seguro te muestres, mejor.
- La juventud me sirvió para ganarme a algunos alumnos y enfrentarme a otros.
Hay que saber aprovechar la juventud de forma correcta. Aquí quiero puntualizar que la relación alumno-profesor debe ser ésa siempre: alumno-profesor. No hay que confundir esta relación ni hacer que el alumno se equivoque. Si eres hombre, llamarás la atención de muchas chicas y se querrán acercar a ti para destacar en su grupo de amigas. Los chicos jóvenes pueden ver en ti una figura como de hermano mayor, en la que apoyarse y a la que pedir consejo.
- Las amenazas y las promesas hay que cumplirlas siempre.
Todo, todo, todo lo que digas tienes que cumplirlo. Todo. Ten mucho ojo con lo que dices en la clase, con las amenazas que haces, con lo que aseguras que harás el próximo día o con cualquier cosa que les prometas si se portan bien, porque tendrás que cumplirla si quieres que te respeten y que la próxima vez te hagan caso.
- Justicia e igualdad, dos pilares básicos para los alumnos.
Si ven que haces con unos sí y con otros no, considerarán que tienes preferencias hacia ciertos alumnos, y para ti todos tienen que ser iguales ante las normas que tú pones en clase, para que vean de nuevo que eres consecuente y coherente con lo que dices y haces.
- Las críticas y broncas a solas sientan mejor.
Si se trata de que no trabaja, no trae los deberes, etc., algo que sólo le implica a él, hazlo a solas para no ridiculizarle y que no se sienta ofendido. Ahora, si se trata de una conducta, mal comportamiento habitual, o la ha liado gorda, la reprimenda debe ser ejemplarizante, delante de todos, para que el resto de la clase sepa que hay consecuencias cuando algo se hace mal y que no se debe volver a repetir.
- No decir “no”
El “no” no se puede pensar, no tiene una representación visual en nuestra cabeza. Si quieres que un alumno haga algo, tienes que darle un mensaje en positivo en vez de en negativo. Lo entenderá mejor y te hará más caso.
- Los castigos son buenos
Las personas somos, en el fondo, como los perros de Pavlov. Y funcionamos mucho a base de recompensas y castigos. Los adolescentes están pidiendo límites a gritos. Necesitan que les marques los límites para tener seguridad y saber lo que pueden o no pueden hacer.
- Prohibido comparar.
Siempre que comparas, uno sale ganando y el otro perdiendo. Cada alumno es particular y tiene sus cosas buenas y malas. Si quieres que mejore algo o que cambie su forma de hacer algo, díselo claramente, pero no le compares con nadie.
- ¡A disfrutar!
Es lo más importante de esta profesión. Si tú disfrutas con tu asignatura, tus alumnos lo van a notar y se lo vas a contagiar. Si no disfrutas con un tema porque no te gusta, ellos lo van a notar y desconectarán en tu clase.
Si te toca dar un tema aburrido, intenta buscar algo que te haga volverlo más atractivo y entretenido. No sólo para tus alumnos, sino para ti también. Busca actividades en Internet, intenta usar algún juego, algún test, alguna competición, usa la tecnología o cualquier cosa que se te ocurra para convertirlo en algo ameno.